Liderazgo, una cuestión de vulnerabilidad y autoconocimiento

El liderazgo a menudo se equipara con poder, fuerza y ​​personalidades extrovertidas. Sin embargo, esta imagen que se pega a la piel de los líderes es muchas veces consecuencia de cualidades más discretas y tranquilas: la capacidad de conocer las propias fortalezas y limitaciones para escuchar a los demás.

Mañana, ¿todos los líderes? Probablemente no del todo. El hecho es que todo el mundo tiene el potencial de un gran líder, siempre que se conozca bien a sí mismo e integre un enfoque de progreso.

Desarrollate

“  Antes de ser un líder, el éxito consiste en desarrollarse uno mismo. Cuando te conviertes en un líder, el éxito consiste en ayudar a otros a crecer ”, afirmó Jack Welch , el icónico expresidente de General Electric. Desde este punto de vista, el liderazgo se refiere sobre todo a la capacidad de crear una relación de confianza recíproca con un equipo, de unir y movilizar energías en torno a una visión y una acción colectiva.

De hecho, el liderazgo no es una cuestión de estatus o de lugar en un organigrama. Tampoco es un rasgo de carácter innato. Se trata más de la capacidad de crear una conexión y compartir una visión. Plutarco dijo del ascendiente que Pericles ejercía sobre quienes lo rodeaban “  que aseguraba que se sometieran a lo que en última instancia sería ventajoso para ellos  ”. Más cerca de nosotros, el psicólogo estadounidense Donald O. Clifton creía “  que un líder debe conocer sus puntos fuertes como un carpintero conoce sus herramientas o como un médico conoce los instrumentos a su disposición  ”. Éste es, en definitiva, el papel que desempeñaba Pericles entre los antiguos griegos, el de un médico experto, capaz de utilizar diferentes medicamentos y tratamientos en función de la enfermedad de su paciente.

Conoce tus fortalezas

La mejor manera de desempeñar este papel es conocerse bien a sí mismo, porque esto es lo que crea la confianza necesaria para actuar e inspirar a quienes lo rodean.

Conocer bien tus puntos fuertes te permite actuar con cautela para adoptar la actitud adecuada ante tal o cual situación. En otras palabras, conocer tus fortalezas significa demostrar inteligencia emocional para adaptarte a los demás y a las circunstancias. La inteligencia emocional es un componente esencial del liderazgo, simplemente porque nos ayuda a gestionar bien nuestras propias emociones y responder bien a las de los demás. Se basa en el autoconocimiento, la autorregulación, la empatía, la motivación y las habilidades sociales. 

Conocer nuestras fortalezas nos permite finalmente centrarnos en lo que hacemos bien o en lo que nos encanta hacer. En una palabra, nos permite cultivar nuestra singularidad. Sin embargo, es precisamente en la singularidad donde reside el liderazgo más auténtico. Nadie sigue los pasos del señor y la señora Everyman(wikipedia) La diferencia y el alivio son necesarios para atraer la atención y fomentar el apoyo.

Autenticidad y vulnerabilidad

Independientemente de su rol, su estatus o su lugar en un organigrama, cada uno puede encontrar su propio estilo de liderazgo, dependiendo de las circunstancias en las que opera. En general, son las circunstancias las que revelan a los líderes. Del mismo modo que un líder puede perder completamente su liderazgo si las circunstancias en las que lo ejerce ya no le son favorables. Por otro lado, sea cual sea el caso, generalmente nos alineamos detrás de un líder porque reconocemos en él su capacidad para ayudarnos a alcanzar una meta colectiva o convertirnos en lo que queremos ser. "  Nuestro principal deseo es tener a alguien que nos inspire a ser lo que sabemos que podemos ser  ", dijo Ralph Waldo Emerson .

Sin embargo, es imposible inspirar confianza, modelar una visión que una a las personas, sin aceptar nuestras propias debilidades. No hay fuerza sin debilidad, y ningún individuo, por muy talentoso que sea, puede poseer todas las características de un buen líder. Por ejemplo, una personalidad visionaria también puede tener dificultades para consultar y tener en cuenta las opiniones de los demás. Una persona que tiene demasiada confianza puede verse inducida a correr riesgos innecesarios y cometer errores. Un individuo demasiado empático seguramente será apreciado por quienes lo rodean, pero sin duda tendrá dificultades para establecer un marco común de acción.

Cualesquiera que sean nuestras respectivas cualidades, la percepción que tenemos de nosotros mismos y de los demás está necesariamente limitada por inevitables puntos ciegos. La buena noticia es que estos pueden reducirse mediante lo que se llama la ventana de Johari , conceptualizada en 1955 por los psicólogos estadounidenses Joseph Luft y Harrington Ingham para aprender a controlar mejor la imagen que cada uno de nosotros envía a los demás.

 Estas son algunas de las deficiencias de las que un buen líder debe estar atento y esforzarse por mejorar:

• Una insensibilidad al efecto de nuestro comportamiento en los demás.
• Una actitud demasiado exagerada de "lo sé todo".
• Una propensión a conspirar contra otros.
• Dificultad para tomar una posición abierta.
• Demasiada tendencia a tolerar lo transitable o exigir la perfección.

Convertirse en un líder, en una personalidad capaz de inspirar a otros a crear una dinámica colectiva, requiere, por tanto, hacer el esfuerzo de identificar nuestros puntos débiles, nuestros puntos ciegos, nuestras imperfecciones. Es aceptando nuestros límites y nuestra vulnerabilidad que nos ponemos en condiciones de superarlos para seguir adelante. Sencillamente porque un verdadero líder es aquel que sabe pedir ayuda para llevar a cabo una realización común capaz de elevar al grupo. “  Todo lo que tengo para ofrecer es sangre, trabajo, lágrimas y sudor  ”, prometió Churchill el 13 de mayo de 1940 en su discurso ante la Cámara de los Comunes tras ser nombrado Primer Ministro. Probablemente fue con estas palabras que se consagró en su momento como uno de los principales líderes del mundo libre.