COMO TOMAR UNA DECISIÓN
CÓMO TOMAR UNA DECISIÓN
La vida nos obliga constantemente a tomar decisiones importantes y a veces dolorosas. La próxima vez que nos enfrentemos a una elección, he aquí un pequeño ejercicio que podría ayudarnos a conocer mejor nuestra mente.
Una buena vida es el fruto de una sucesión de buenas decisiones. Particularmente en torno al amor y el trabajo. Dicho esto, rara vez prestamos a la toma de decisiones el tipo de atención que requiere. Cuando nos enfrentamos a una decisión importante, nos faltan rituales y procedimientos. Tendemos a procrastinar, a apoyarnos en la persona más cercana, a precipitarnos en una solución no pensada.
Afortunadamente, la toma de decisiones es una habilidad y, como cualquier habilidad, se puede aprender. El principal enemigo de las buenas decisiones es la falta de perspectiva suficiente sobre un tema.
Deberíamos pensar sistemáticamente en un problema desde 5 ángulos distintivos, desde el punto de vista:
- de nuestros enemigos
- de nuestro instinto
- precaución
- de la muerte
- de nuestro coraje
Es haciendo malabarismos con estos diferentes puntos de vista y sintetizando estas perspectivas oblicuas que aumentarán nuestras posibilidades.
Es así como aparecerá una visión más clara de la confusa situación actual.
- El punto de vista de nuestros enemigos
Nuestros enemigos saben muchas cosas de nosotros: conocen nuestras debilidades, quieren lo peor de nosotros y usan mucha energía y pensando en cómo pueden atraparnos. Pensar en ellos nos permite aclarar nuestros pensamientos.
Puede ser muy difícil ser nuestro propio amigo. Nuestras mentes a veces no saben qué decir cuando se les pide que imaginen lo que una persona amable y cariñosa les aconsejaría hacer. Es mucho más fácil meterse en la cabeza de nuestros enemigos. Conocen nuestras debilidades y nuestras tentaciones como nadie. Al menos podemos usar esta información de manera constructiva. Aquellos que se niegan a creer en nosotros son ciertamente dañinos, pero resultan ser jueces muy reveladores y fascinantes de nuestros temas.
- El punto de vista de nuestro instinto.
En cierto modo, ya conocemos la respuesta o al menos una de sus versiones: se llama instinto. Está presente en el momento mismo en que nos enfrentamos a un dilema.
El instinto es el resultado de la acumulación de todas las lecciones de toma de decisiones que hemos tenido que tomar en nuestras vidas. Se revela inconsciente y rápidamente. La mayoría de nosotros nos hemos vuelto expertos en no escuchar nuestros instintos. Una de las explicaciones de este fenómeno es que quizás al escucharlo en determinados momentos de nuestra vida nos puso en situaciones complicadas y lo pagamos muy caro. A partir de ahora, nos felicitamos por ser personas racionales, que piensan y que se toman su tiempo. Personas que ensamblan las diferentes piezas de información y aprovechan al máximo sus capacidades cerebrales. Sin embargo, al comportarnos de esta manera, perdemos una importante fuente de datos.
Deberíamos ser lo suficientemente valientes como para introducir nuestros instintos en la toma de decisiones. No solo para seguirlo al pie de la letra sino para al menos saber lo que quiere. Deberíamos someter sus certezas obstinadas e impacientes a un ligero contrainterrogatorio racional.
- El punto de vista de la muerte
La muerte es la mayor certeza que tenemos. Sin embargo, es el más pasado por alto cuando se trata de la toma de decisiones. Deberíamos tener en cuenta sus mensajes intimidatorios. El pensamiento de la muerte permite resaltar nuestras responsabilidades hacia nosotros mismos y debilitar nuestra preocupación por vivir de acuerdo con lo que la sociedad espera de nosotros. Es un aterrador agente de autenticidad.
La muerte puede darnos un nuevo tipo de confianza para enfrentar los desafíos al aterrorizarnos sobre algo más allá de nosotros. Tenerlo en cuenta puede permitirnos tener menos miedo a los pequeños obstáculos que podamos encontrar.
Nuestras vidas no serán lo que podrían ser a menos que sometamos cada elección que enfrentemos a la prueba de la eternidad y el olvido.
- Prudencia
Las decisiones deben tomar la voz de la cautela. La prudencia parece anticuada y carece de glamour en una época de valentía y grandilocuencia.
Es fácil pensar que siempre hay que dar el gran salto porque la vida debe valorarse por la novedad. Pero tal vez no. Recordemos que la cautela está ahí para recordar que la mayoría de los nuevos emprendimientos fracasan, la mayoría de los proyectos terminan en desastre, y que encontraremos en la mayoría de nuestras relaciones futuras elementos que no nos convienen en nuestra relación actual.
Así que hay muchas maneras de ser lastimado y muchas personas a nuestro alrededor podrían ser lastimadas por nuestras ambiciones.
La situación actualmente insatisfactoria puede, de hecho, tener muchas más ventajas de las que se aspira.
La cautela no desprecia la idea de compromiso, solo reconoce que a veces no existen opciones ideales para los seres humanos imperfectos que somos.
La prudencia tiene el coraje de no rebelarse siempre contra la realidad.
- El punto de vista del coraje.
Desde una edad temprana, nos enseñaron a seguir las reglas, esperar pacientemente en las colas y hacer lo que se esperaba de nosotros. Éramos buenos chicos y buenas chicas y eso es lo que nos llevó a donde estamos hoy. No habría habido otra forma de aprender a escribir correctamente, a conducir un automóvil o a conseguir el trabajo que queríamos.
Pero ahora puede haber un riesgo sutil al ir en la dirección opuesta: el riesgo de ser demasiado fieles, durante demasiado tiempo, a convenciones que se han ideado sin tener en cuenta nuestros intereses y aspiraciones personales.
A veces, debemos volver a aprender el arte del coraje. Tenemos que recordar que las vidas más felices han tenido invariablemente puntos de inflexión en los que algunas personas hicieron cosas ligeramente inesperadas y extrañas, decidieron arriesgarse y ganar.
A veces la prudencia es sólo debilidad y cobardía que nos engaña a nosotros mismos.
Coraje y prudencia deben combatir este engaño sin ninguna presunción de victoria de uno u otro lado.
Cualquier decisión difícil que tomemos será, por definición, imperfecta. Con estos nuevos elementos que construyen nuestro pensamiento, es más probable que optemos por la opción que sea lo suficientemente buena.
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