PODRÍA ESTAR SOL@ EN VEZ DE PREOCUPADO
Tal vez estemos acostad@s en la cama, tal vez sea domingo por la noche, tal vez no veamos a nadie hasta mañana y tal vez estemos solos en casa desde ayer. No parece que podamos comunicarnos con nadie, ya que la mayoría de las personas están con sus familias o en fiestas.
En este punto, podríamos hacernos una pregunta sobre nuestro estado de ánimo que suena deliberadamente y provocativamente extraña: ¿Podría ser que, en el fondo de mi corazón, me sienta sol@ en lugar de preocupado?
La cuestión se basa en una tesis particular sobre la mente: podemos preferir las incomodidades de la persecución a los tranquilos tormentos del aislamiento. Podemos adquirir el hábito de usar el pánico para que nos haga compañía. Puede resultar aterrador pensar que nos van a suceder catástrofes, pero al menos eso implica que hay gente –quizás mucha, mucha gente– que piensa en nosotr@s. Puede que no tengamos amigos o amigas, pero tenemos algo adyacente: una plétora de enemigos que nos tienen firmemente presentes. Podemos preferir la persecución al abandono; el aullido de una sirena al espeluznante silencio.
También es posible que, inconscientemente, hayamos encontrado una respuesta a un problema que nos planteaba nuestra falta de compañía. ¿Por qué nos han dejado sol@s? Porque hemos debido hacer algo mal, porque somos blancos propicios para el abandono, porque somos malas personas.
Nuestra forma de pensar puede tener una historia. Es posible que hayamos carecido de una compañía cálida y comprensiva desde el comienzo de nuestras vidas, y que nos hayamos acostumbrado a apaciguar nuestra alienación con aprensiones y temores. El niño o niña abandonado se convierte en el adulto siempre preocupado.
Para intentar revertir nuestra forma de pensar, deberíamos aprender a prestar atención a lo que puede estar sucediendo en el momento en que se instalan nuestros estados de pánico. ¿Cuándo fue la última vez que hablamos con alguien amable? ¿Cuánto tiempo hemos estado sol@s? ¿
Cuantos solidarios son nuestros vínculos con quienes nos rodean? Es posible que, sin darnos cuenta, hayamos alcanzado niveles insospechados de alienación.
En esos momentos, tal vez tengamos que aprender a confiar un poco menos en nuestros sentimientos. Estos sentimientos pueden insistir en que la fatalidad está cerca, pero tal vez debamos recordar que nuestro verdadero anhelo podría ser el de tener un amigo o amiga de verdad. Tal vez debamos sentarnos con nosotros mismos, como lo haríamos con cualquier persona que nos importe, y hacer todo lo posible por ser amables. No somos personas horribles. Simplemente no somos buenos para construir y mantener vínculos estrechos, por razones que se remontan al principio.
Debemos aferrarnos a lo que al principio parecerá una simple idea, más que una verdad innata. No hemos hecho nada malo y no nos espera nada terrible. Lo que pasa es que, bajo la superficie, nos sentimos claramente sol@s y anhelamos solidaridad. Y, probablemente, también un abrazo largo y fuerte.
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