Habilidades emocionales para adaptarse y prosperar en la era de la IA
Habilidades emocionales para adaptarse y prosperar en la era de la IA
“ Todo el mundo es un genio. Pero si juzgas a un pez por su capacidad para trepar a un árbol, se pasará la vida pensando que es estúpido ” - Albert Einstein.
Aquí hay 4 ideas clave desarrolladas
¿Qué es la inteligencia emocional?
La inteligencia emocional se refiere a nuestra capacidad para comprender mejor, aprehender mejor, expresar mejor las emociones y, por lo tanto, distanciarnos de nuestras propias emociones y de las de los demás.
Esta facultad representa un activo importante en nuestra vida personal, pero también profesional. En primer lugar, porque nos permite comprendernos mejor a nosotros mismos y a los demás y, por tanto, interactuar mejor con quienes nos rodean. Con la consecuencia directa de ayudarnos a ganar más confianza en nosotros mismos y a domar nuestra ansiedad, y por tanto a tomar mejores decisiones y crear mejores relaciones sociales. La inteligencia emocional también tiene un efecto positivo en nuestra salud, ya que ayuda a reducir el nivel de las hormonas del estrés que genera nuestro cuerpo.
¿Por qué se espera que la inteligencia emocional desempeñe un papel cada vez más importante en la vida profesional?
Ante el auge de la IA, la inteligencia emocional será cada vez más valorada en el futuro. Sencillamente, porque en cuanto una parte cada vez mayor de la producción sea realizada por máquinas, la calidad de las relaciones y las capacidades estrictamente humanas estarán en el centro del desempeño de las organizaciones. Esta es la razón por la que según el McKinsey & Company Global Institute “ las habilidades emocionales estarán entre las cualidades profesionales más utilizadas en 2030 ”.
A pesar de todo, sigue siendo prudente hablar de “inteligencia” emocional en lugar de “habilidades” emocionales. De hecho, la emoción como tal no produce resultados. Estos últimos –buenos o malos– son sobre todo consecuencia de comportamientos, también buenos o malos, resultantes de la gestión de nuestras emociones.
Además, es importante no confundir las “habilidades” emocionales con los rasgos de personalidad. Estos no entran en juego en el ámbito de la formación profesional, porque si lo hicieran, estaríamos expuestos a un riesgo de desviación determinista y discriminatoria.
¿Qué habilidades emocionales marcan la diferencia en un contexto profesional?
Nuestras emociones determinan en parte nuestra relación con nosotros mismos, con los demás y con el mundo. Por tanto, participan en el desarrollo de cualidades y habilidades esenciales para el desempeño de las empresas, de sus equipos y de las personas que trabajan para ellas. Estas cualidades incluyen:
Curiosidad
“ El verdadero viaje no es buscar nuevos paisajes, sino una nueva perspectiva”, afirmó Marcel Proust. Esta capacidad de mirar las cosas desde una nueva perspectiva es a menudo decisiva para adoptar un enfoque de progreso. La curiosidad no sólo nos permite aprender de los demás, sino que también nos permite aprender de nosotros mismos y aprender de nuestros errores. Con la condición, por supuesto, de no dejarnos dominar por nuestras emociones negativas, por el miedo a lo desconocido o por el rechazo al fracaso. Al contrario, es importante dejar también el espacio que merecen al entusiasmo y al atractivo de la novedad.
Sin embargo, ten en cuenta que la curiosidad no es una habilidad como tal, sino un rasgo de carácter. Por otro lado, es posible adquirir la habilidad que consiste en entrenar la curiosidad para adoptar una postura de aprendizaje continuo
Creatividad
De la curiosidad surge la creatividad, que se desarrolla como un músculo. Ser creativo está al alcance de cada uno de nosotros, siempre que aprendamos a confiar en nosotros mismos y a explorar nuestra intuición. El desafío es lograr establecer vínculos entre dos conceptos distantes, ensamblarlos y formar un nuevo concepto, nuevas ideas. Desde este punto de vista, la creatividad es más bien un préstamo, una inspiración, una escucha. Se basa sobre todo en la apertura a los demás y en el desarrollo de la sensibilidad.
De hecho, la creatividad como tal no existe. Lo que existe y se trabaja es el proceso creativo. Se basa esencialmente en dos pilares: el pensamiento convergente y el pensamiento divergente. Es decir sobre la capacidad de absorber, integrar conceptos y puntos de vista y transformarlos en una nueva propuesta. Sólo hace falta un poco de práctica para que cualquiera de nosotros seamos mucho más creativos de lo que imaginamos. Incluso con la ayuda de la IA, ya que bastaría con programarla y entrenarla para que establezca vínculos entre diferentes conceptos para que sea también muy creativa.
El desarrollo de la creatividad requiere que se le dedique tiempo. Un tiempo reservado para la escucha, el deambular, la calma, la observación. Las empresas que sepan preservar este tiempo esencial en la agenda de sus equipos tendrán mucho que ganar.
Empatía
No puede haber curiosidad y creatividad sin empatía. Como tal, la empatía es un componente esencial para comprender e integrar las emociones de los demás. Se refiere a lo que sentimos por alguien que no forma parte de nuestra tribu, con quien no tenemos recuerdos compartidos ni referentes comunes. En esto se distingue de la simple simpatía, que presupone un espacio emocional inicial común.
En el mundo profesional es fundamental saber ponerse en el lugar del otro, demostrar inteligencia ante las situaciones, porque esto es lo que nos permite trabajar bien juntos. Para algunos, la empatía implica la capacidad de sentir la emoción de los demás, para otros, a través del análisis consciente de una situación. En todos los casos, las conductas empáticas son probablemente las que requieren mayor diversidad de modos de aprendizaje.
Resiliencia
La resiliencia se basa en nuestra capacidad de aceptar nuestras emociones, especialmente las más negativas, sin dejar que nos lleven. En el mundo físico, se refiere a la capacidad que tienen los materiales de volver a su estado inicial después de un impacto. A nivel humano, designa por tanto la capacidad de volver al campo de las emociones positivas después de un shock emocional o de un trauma importante. También se refiere a nuestras capacidades de aprendizaje y nuestra capacidad para superar nuestros pensamientos limitantes.
Cooperación
En una empresa, las habilidades son principalmente colectivas y se basan inevitablemente en la calidad de la cooperación. Cooperar bien requiere adoptar una visión y unos objetivos comunes. Para lograrlo, el primer factor de éxito es la humildad de los miembros que integran el grupo. La humildad remite a una forma de subjetividad positiva, que lleva a considerar desde el principio que cada uno tiene algo positivo que aportar a la acción común. Por tanto, la cooperación depende sobre todo de la calidad del vínculo y de la naturaleza de la relación que une a los miembros de un grupo. Es en este sentido que las emociones, particularmente las positivas, deben tener prioridad sobre el cálculo en cualquier deseo real de cooperación.
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