PARCHES. REFLEXIÓN ACERCA DE LA INCAPACIDAD




REFLEXIÓN ACERCA DE LA INCAPACIDAD


Imbuída en la vorágine de la agitada vida profesional que me ha tocado vivir en estos últimos tiempos, que no me ha permitido disfrutar del goce de participar en esta red, no me había dado cuenta de la incapacidad que, poco a poco, está creciendo a marchas forzadas. La incapacidad para ponerse en el lugar de otro, intuír la reacción que nuestras acciones pueden provocar en los otros.

Es la falta de tiempo, el interés económico que rige cada acercamiento al congénere y la desaparición de ciertas tribus con sus particulares señas de identidad, lo que está conduciendo al ser humano a un anonimato mecanizado e insolidario.



Las soluciones no se encuentran en las altas decisiones de Estado, ni en las medidas que se adopten para controlar la violencia, la delicuencia o los destrozos de ciertos monumentos. Tampoco está en discursos altruístas, actos multitudinarios o en las denuncias intermitentes de corrupciones y abusos.

La gente ya está cansada y no se inmuta por nada. Ya no siente ni se afecta por el dolor, la desgracia ajena o al daño. La indiferencia del mundo y el corte de su lazo con la tribu le ha congelado las emociones. Ahora ni siente ni padece. Simplemente vive. Y cuando viene al caso coloca un parche.




La fórmula que reduzca esta insensibilidad necesita de una revolución desde dentro de estructuras anquilosadas y polvorientas que sostienen el devenir cotidiano. Éste se ha convertido en una bola de nieve enorme que arrasa a quién no se aparte. Y nosotros mismos hemos construído las pistas negras para que el deslizamiento sea más rápido. Esta es la más terrible paradoja de nuestro siglo.



Esta es la época del parche. Da igual que sea económico, psicológico, cultural o gastronómico. En lugar de pensar en un futuro con imaginación, los de la izquierda y los de la derecha se limitan a remendar los agujeros y coser parches de diferentes color y condición. Para que no se note.



De seguir así, dentro de unos años habremos conseguido un enorme espantapájaros, hecho de remiendos y parches. Pero como los muñecos no andan no podrán escapar a la bola de nieve o de arena del Sahara que está rodando ya sin descanso detrás del horizonte.









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