ADA LOVELACE, LA PRIMERA PROGRAMADORA DE LA HISTORIA (1)
ADA LOVELACE, LA PRIMERA PROGRAMADORA DE LA HISTORIA (1)
Los 13 de octubre de cada año se celebra el día de Ada Lovelace; se pretende conmemorar con una serie de eventos en distintos lugares del mundo, la figura de la que muchos consideran la primera programadora de la historia y a través de ella las aportaciones de las mujeres a la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas. La escritora Mari Jose Casado escribe en su libro "Las damas del laboratorio", con prólogo de Margarita Salas https://es.wikipedia.org/wiki/Margarita_Salas y editado por Debate, algunos extractos de su biografía.
El padre prohibido
En 1979 el Departamento de Defensa de Estados Unidos daba el nombre de Ada a su lenguaje de programación informática como forma de reconocer la contribución de una mujer pionera de la cibernética, que hace más de ciento cincuenta años trabajó en el primer ordenador de la historia, la Máquina Analítica diseñada por Charles Babbage.
Augusta Ada Byron, más tarde condesa de Lovelace y única hija legítima del poeta lord Byron, nació en Londres el 10 de diciembre de 1815. George Gordon Byron se había casado con Annabella Milbanke el 2 de enero de ese mismo año, quizá en un momento en el que quería normalizar su vida irregular, que escandalizaba a sus contemporáneos.
El famoso poeta tenía entonces veintisiete años y había heredado el título nobiliario a los diez, tras una infancia pobre y penosa en Escocia, abandonado por su padre y con el lastre de un pie deforme que le humillaba y que compensaba con unos modales exagerados.
A edad tan temprana e instalado en la casa señorial de Newstead Abbey, Byron se inició en la bebida, el sexo y todo tipo de excesos de la mano de la niñera May Gray, a lo que puso fin el abogado de la familia, John Hanson, que le encauzó en los estudios en Harrow y en el Trinity College, y se encargó de que tratasen adecuadamente el pie.
Ingresó en la Cámara de los Lores a los veintiún años y llevó una vida bohemia con deudas, romances con mujeres de todas las edades y estados y con algunos hombres, viajes por el Mediterráneo y escándalos, como su relación con su hermanastra Augusta Leigh, fruto de la cual se especulaba que era la hija de ésta, Medora. Por no mencionar sus escritos, que eran un cántico de rebeldía y publicaba el editor John Murray ensalzando unos ideales románticos que chocaban con la realidad inglesa de entonces.
A la madre de Ada le habían llamado «princesa del paralelogramo » por sus aficiones científicas. Había estudiado álgebra, geometría y astronomía, al igual que su madre, lady Noel, pues era señal de prestigio entre las clases nobles.
Separación definitiva
A los pocos meses de la boda, Byron volvió a su vida disoluta, entre otros motivos, por el difícil entendimiento que tenía con su esposa, a lo que se añadían ciertos problemas financieros. Cuando nació su hija Ada, once meses después de la boda, la relación de la pareja era muy mala. Al mes del nacimiento, Annabella abandonó a Byron y se llevó a su hija, entre rumores de que el poeta había vuelto con su hermanastra Augusta, con la que se decía que mantenía relaciones incentuosas.
Las esperanzas de Byron de arreglar su matrimonio se vieron cortadas de raíz, por lo que acabó por firmar la separación y se marchó de Inglaterra, adonde no volvería nunca. Vivió primero en Ginebra, formando parte del círculo intelectual de los Shelley, y tuvo otra hija en enero de 1817, Allegra, con Claire Clairmont.
[Su madre] quiso darle [a Ada] una educación para que fuera una mujer cultivada y encaminada hacia la ciencia; así esperaba alejarla en lo posible del mundo de las letras, en el que su padre era notorio
Mientras tanto Annabella se encargó de que el padre no volviera a ver a Ada y de eliminar de la vida de la niña el menor rastro de la presencia paterna. También quiso darle una educación para que fuera una mujer cultivada y encaminada hacia la ciencia; así esperaba alejarla en lo posible del mundo de las letras, en el que su padre era notorio. Byron era entonces repudiado, y no sólo por su esposa, sino por la sociedad inglesa.
Sin embargo, el poeta había aceptado a Ada con alegría desde su nacimiento, por lo que sufrió esta separación y el resto de su vida estuvo pendiente de la niña y preguntó por ella, aunque nunca consiguió volver a verla. Por eso la convirtió en uno de sus ideales inalcanzables y en musa de sus poemas, como en «Childe Harold’s Pilgrimage— III».
En «To Ada» escribe:
Es tu rostro como el de mi madre, mi hermosa niña
¡Ada!, ¿única hija de mi corazón?
Cuando vi por primera vez tus azules ojos jóvenes, sonrieron,
y después partimos no como ahora lo hacemos,
sino con una esperanza.
¡Ada!, ¿única hija de mi corazón?
Cuando vi por primera vez tus azules ojos jóvenes, sonrieron,
y después partimos no como ahora lo hacemos,
sino con una esperanza.
Despertando con un nuevo comienzo,
las aguas se elevan junto a mí; y en lo alto
los vientos alzan sus voces: me voy,
¿adónde? No lo sé; pero la hora llegará
cuando las playas, cada vez más lejanas de Albión,
dejen de afligir o alegrar mis ojos.
las aguas se elevan junto a mí; y en lo alto
los vientos alzan sus voces: me voy,
¿adónde? No lo sé; pero la hora llegará
cuando las playas, cada vez más lejanas de Albión,
dejen de afligir o alegrar mis ojos.
Una adolescente paralítica
Mientras tanto, Annabella, que tenía la costumbre de cambiar de casa con frecuencia, iba cambiando también de niñeras y profesores; especialmente celosa de los que pudieran tener influencia sobre su hija, en cuanto alguna hacía buenas migas con Ada, la sustituía por otra. La niña estudiaba latín y equitación. Cuando cumplió diez años, madre e hija recorrieron Europa durante dos años en coche de caballos. En Holanda, Alemania, Suiza, Francia e Italia fueron objeto de curiosidad en los círculos sociales, especialmente Ada, ajena al interés que despertaba, mientras su madre, mujer de gran fortuna, ejercía el papel de la viuda lady Byron, apellido que utilizará toda su vida.
Cuando regresaron a Inglaterra, Ada, con trece años, perdió la vista temporalmente, se quedó paralítica y sufría convulsiones, pero mantenía la mente despierta y dedicaba muchas horas a estudiar latín, lengua y fundamentos de ciencias, una tradición en las mujeres de su familia. También tocaba el arpa y hacía planetarios. Su madre, que se quejaba siempre de sus numerosas y al parecer imaginarias enfermedades, viajaba sin cesar por el país en busca de alivio en balnearios y centros con tratamientos de moda, un peregrinaje sanitario que ejercerá de por vida.
Ada fue una inválida toda su adolescencia, pero no se dejó abatir. El pastor protestante Francis Trench la describe a los dieciséis años como una joven muy inteligente de ojos grandes y expresivos y pelo oscuro y rizado como el de su padre. Aún llevaba muletas, estaba débil y tenía los nervios a flor de piel, pero quería ser matemática, y a eso se dedicaba con la ayuda de los ilustres profesores como William Frend, un antiguo y distinguido profesor de su madre, y luego de Augustus De Morgan, yerno del anterior. Su madre la acobardaba, expresándole el miedo de que aparecieran en ella los síntomas de las locuras paternas; con ello fomentaba la inseguridad de su hija y la dependencia de Ada hacia ella.
Presentación en la corte
A los diecisiete años Ada se libró de las muletas y empezó una nueva vida como las otras jóvenes de su edad. En mayo de 1833 fue presentada en la corte de Guillermo IV y la reina Adelaida en el palacio de Saint James. Fue un gran acontecimiento social al que acudieron las jóvenes de la nobleza de toda Europa, y estuvieron presentes con sus hijas y sobrinas los grandes políticos del momento, como el duque de Wellington, Tayllerand y el ministro británico del Interior —luego primer ministro— y primo de lady Byron, lord Melbourne.
El 5 de junio de ese año Ada conoció a un científico e inventor que tendrá una importancia decisiva en su futuro, Charles Babbage https://es.wikipedia.org/wiki/Charles_Babbage. Era un matemático viudo algo mayor que su madre, interesante y divertido en sociedad, que gozaba de gran reconocimiento por su altura intelectual y por sus inventos, aunque éstos le habían llevado a un callejón sin salida y sus patrocinadores le habían abandonado. Ada, más que su madre, quedó enseguida fascinada por él y sus trabajos cuando Babbage les hizo una demostración de su Máquina Diferencial, un ingenio capaz de realizar operaciones matemáticas ideado para liberar a profesionales y científicos de los prolijos e interminables cálculos rutinarios.
El impresor sueco George Scheutz había leído un artículo sobre la Máquina Diferencial y, tomándola como modelo, construyó pocos años después una Máquina Tabuladora, más pequeña, a la que puso su nombre, que podía imprimir tablas y le sería de gran utilidad.
Bailes, máquinas y boda
Ada disfrutaba de su primera libertad. Observadora, optimista y con sentido del humor, pretendía también hacerse querer —como decía a su madre, «ser popular»—, lo que no parece que lograra al principio. A uno de los amigos íntimos de su padre, sir John Hobhouse, al que conoció por entonces, Ada le pareció una joven flaca y de pocos encantos, aunque tenía la boca de su padre.
Entre bailes, cenas y carreras de caballos, su tutor y profesor Augustus De Morgan, primer profesor de matemáticas de la Universidad de Londres, le presentó a la gran astrónoma y matemática Mary Somerville, que había publicado un trabajo sobre la mecánica celeste. Mary era una celebridad que entonces rondaba los cincuenta años y vivía en un círculo de intelectuales y científicos rodeada de gran reconocimiento, pese a su sencillez personal. Las obras de Mary, que acababa de publicar Conexiones de las ciencias físicas, se estudiaban en la Universidad de Cambridge, y le consultaban dudas sobre los fenómenos astronómicos que sucedían o se esperaban, como las lluvias de meteoritos que se produjeron por entonces. Mary animó a Ada a estudiar en serio y se convirtió en un modelo para ella. La relación de Ada con Mary y su hijo Moronzow Greig durará muchos años.
Por estas fechas, lady Byron llevó a su hija de viaje para que conociera Inglaterra. Ada descubrió las primeras máquinas y la naciente industria que estaba surgiendo en el país, la cuna del maquinismo. Vio cómo esos ingenios fabricaban los tejidos y los lazos con que se vestía, entre otras muchas cosas. El hecho de ver mundo y la posibilidad de escuchar las conferencias científicas hicieron de ella lo que una cronista de la época llama «una joven singular». Annabella contrató, para que preparase a su hija en la ciencia, al profesor escocés Craig, experto en el método pedagógico de Emmanuel de Fellenberg, uno de los más vanguardistas de Europa.
En 1835 apareció lord King en la vida de Ada. Mary Somerville le presentó a este descendiente del famoso lord Canciller y del filósofo Locke, compañero de universidad de su hijo Moronzow. King, que era once años mayor que Ada y había viajado por el mundo como secretario del alto comisionado lord Nugent, se enamoró de Ada. La boda se celebró en julio de ese año, acontecimiento social que registraron las crónicas de revistas como El Mundo de la Moda: «“La única hija de mi casa y de mi corazón”, como la llamó lord Byron, se ha casado con lord King y pasarán la luna de miel en sus propiedades de Oackham Park». La pareja vivirá entre esta residencia de campo y su casa de Londres, en el 10 de Saint James Square.
La biografía de Ada sigue en el post Ada Lovelace, la primera mujer programadora (2) que publicaré mañana domingo.
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