TRABAJAR Y TRABAJAR PARA GASTAR Y GASTAR
TRABAJAR Y TRABAJAR PARA GASTAR Y GASTAR
“La felicidad es interior no exterior, no depende de lo que tenemos sino
de lo que somos”. Henry Van Dyke
No es fácil decir "soy feliz" porque siempre aspiraremos a más: más ingresos, mejor trabajo, más viajes, mejores propiedades, más, mucho más..
Nos acostumbramos a tener más
Cuando satisfacemos nuestras necesidades de confort, se tranquiliza nuestro sistema nervioso, que suele verse exaltado por ciertas sensaciones como el hambre, la sed, el frío, el sueño, etc., no obstante, el rango de las necesidades que tienen las personas ha ido cambiando.
Para movilizarse por ejemplo, ya no basta con coger el autobus, ahora se requiere uno o dos coches propios, pero no cualquiera, unos último modelo, con aire acondicionado, tapicería de marca, ventanas automáticas, pantalla de TV portátil, full equipo para escuchar música mientras estamos al volante, entre otros accesorios.
De esta forma, al cumplir un objetivo nuestras expectativas aumentan y para continuar con la “vida feliz” que tanto queremos, pensamos alcanzar una nueva meta, que a su vez quedará superada por otra que proporcione un mejor posicionamiento en la sociedad.
Lo que sin darnos cuenta termina convirtiéndonos en adictos a las compras y víctimas del consumismo, al tratar de buscar una falsa felicidad que queremos encontrar en los objetos materiales, para sentirnos superiores, con prestigio o distinción.
Del homosapiens al homoeconomicus
Es tal el auge del actual consumo de bienes y servicios mantiene la sociedad, que las personas ya no sólo trabajan para potenciar su crecimiento profesional y personal, lo hacen básicamente para poder gastar todo lo que ingresa a sus cuentas, porque sienten que para poder alcanzar un mayor grado de bienestar deben comprar, comprar y comprar todo lo que el mercado les ofrece, una falsa realidad que hoy permite hablar del Homo Economicus, personas a las que muchas veces nos les interesan los ideales morales que impliquen ayudar al medio ambiente o a otras personas, pues sus modelos a seguir son aquellos que han triunfado económicamente, gente llena de cosas en las que su bienestar material se incrementa mientras su desarrollo espiritual se reduce.
No vivir con comodidades obtenidas fruto del trabajo y el esfuerzo sea malo, por el contrario , tener calidad de vida y brindársela a la familia es un aspecto esencial, el problema se da cuando la obtención de bienes se vuelve una prioridad y una necesidad que cada vez reclama tener más (smartphones de última tecnología, el coche más novedoso del mercado, la marca de ropa más cara, el televisor de última generación), desconociendo aspectos tan importantes como el amor, la solidaridad, la tranquilidad y el verdadero disfrute de la vida que va más allá de ostentar una posición social y se centra en las pequeñas cosas que realmente si brindan felicidad: un abrazo, un día en familia, una palabra cariñosa, algo que las posesiones materiales nunca podrán dar.
El consumismo domina hoy la mente y los corazones de millones de personas, anteponiéndose muchas veces a lo espiritual y a la familia. Cada día más hombres y mujeres se ven atrapados en una espiral de endeudamiento para comprar, aún a costa de hipotecar su futuro
LA CIVILIZACIÓN DEL DESEO
Según el filósofo y sociólogo francés Gilles Lipovetsky, hemos creado una nueva sociedad llamada “la civilización del deseo”, que ha llevado a las personas a desarrollar una nueva forma de relacionarse con las cosas, con sí mismos y con los demás.
En este escenario, el trabajo ocupa un puesto importante al proporcionar cierto estatus y convertirse en fuente de ingresos, lo que ha contribuido a generar el ideal de que el empleo más deseable es el mejor remunerado, no obstante, éste no siempre produce felicidad; en ocasiones satisface más participar en la toma de decisiones de la empresa en que se trabaja o sentirse útil y apreciado por jefes y compañeros que una mayor compensación monetaria.
¿Disfrutas de tu trabajo? ¿Estás aprendiendo cosas
nuevas? ¿Compartes con tus compañeros? La felicidad está fuertemente asociada con otros factores como sentirse respetado, tener autonomía y apoyo social o tener un empleo que nos llene.
Mandamientos para no ser víctima del consumismo
- No gastarás más de lo que ganas
- No abusarás de las tarjetas de crédito
- No creerás e todo lo que dicen los medios
- Antes de comprar te preguntarás: ¿Es absolutamente necesario?
Comprar más no te hará más feliz. Muchas veces nos vemos incentivados a comprar cosas que ya tenemos o que en realidad no necesitamos. No caigas como otras personas en el error de volver rey y dios al dinero, cuando eso sucede, la ética monetaria queda por encima de cualquier otra ética.
Entonces, si la felicidad no está íntimamente relacionada al dinero y posición social, ¿cómo alcanzarla?. Muchas veces ser feliz estriba en la capacidad que tenemos para plantearnos metas y alcanzarlas, convirtiéndolas en incentivos que nos muestran apetecible el futuro y nos incitan a la acción.
Conducir un coche de lujo o vestirse con ropa del diseñador más conocido no te hará un mejor ser humano ni te brindará una verdadera satisfacción. Consume cariño, sentido del humor, ganas de hacer bien las cosas y alegría. No permitas que el consumismo te consuma.
“Aquellos que ponen su felicidad en las cosas materiales, no la entienden y se condenan a vivir completamente infelices "
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