LA COMUNICACIÓN CONSCIENTE
LA COMUNICACIÓN CONSCIENTE
En ocasiones nos autosaboteamos tanto que parece existir algo o alguien dirigiendo nuestras vidas. ¿Ego? ¿Subconsciente? Lo importante es aprender a dirigir nuestra comunicación y darnos cuenta de los mensajes ocultos o contradictorios que compartimos. Podemos activar en la gente estados de apatía, antipatía, empatía o simpatía, dependiendo de nuestra calidad comunicacional.
Para sobrevivir, el ser humano necesita agruparse y relacionarse a fin de enfrentar de manera comunitaria el gran reto de mantenerse vivo, superar las adversidades y alcanzar un nivel digno de subsistencia. Esta relación es posible gracias a la capacidad innata que posee de comunicarse y alcanzar acuerdos satisfactorios para la convivencia pacífica.
Esa comunicación es más efectiva en tanto es más consciente y ajustada a las necesidades y formas de ser y actuar de quienes se relacionan. ¿Qué significa tener una comunicación consciente? ¿Significa darnos cuenta, percatarnos de lo que decimos, cuándo, cómo, donde, por qué y para qué lo decimos? Cuando la comunicación no se realiza de manera consciente, mucho de lo que expresamos es recibido por nuestro interlocutor de manera distinta a como lo deseamos. Esto reduce nuestra influencia sobre otros, limita el grado de cooperación que recibimos y hace, en consecuencia, menos eficiente nuestra vida.
Si la comunicación no es consciente, entonces es inconsciente o automática. En ese caso, ya no nos expresamos con palabras, tonos de voz, gestos, posturas, y movimientos elegidos previamente y bajo criterios de satisfacción y conveniencia, sino a través de formas y estilos regidos por hábitos, costumbres, tradiciones y tendencias que aprendimos durante el proceso de crianza y socialización.
Desarrollar consciencia comunicacional es extremadamente importante para mejorar las relaciones y a través de estas, la calidad de nuestra existencia cotidiana. Todo lo que decimos verbalmente, lleva un contenido, una intención, una emoción y un tipo de apoyo o contexto "no verbal". ¿Cuántas personas saben con certeza qué mensajes están transmitiendo, qué intención tienen sus expresiones, qué emoción acompaña sus emisiones, qué dicen sus cuerpos y cómo son recibidas sus palabras? Seguramente muy pocas.
Nuestra comunicación puede traducir responsabilidad o victimismo, seguridad o inseguridad emocional, respeto o desconsideración, proximidad o de alejamiento, amor o desamor, alegría, rabia, culpa o tristeza, creatividad o rutina, paciencia o impaciencia, claridad o confusión. Todo depende, principalmente del qué y del cómo nos expresamos.
Quien desee por elección voluntaria y consciente ser un buen comunicador, tendrá necesariamente que considerar estos factores y comprender que mucho de eso por lo que culpamos a otros, no es sino producto lógico y directo de nuestros propios aciertos o errores comunicacionales.
Si una mujer desea ser amada, ¿por qué elige vestirse como para ser deseada? ¿Si un hombre desea ser percibido como seguro de sí mismo, por qué se empeña en mostrarse arrogante e intimidador?. Se busca un efecto pero se produce otro. ¿La razón?: Inconsciencia al comunicarse.
En ocasiones nos autosaboteamos tanto que parece existir algo o alguien dirigiendo nuestras vidas. ¿Ego? ¿Subconsciente? Lo importante es aprender a dirigir nuestra comunicación y darnos cuenta de los mensajes ocultos o contradictorios que compartimos. Podemos activar en la gente estados de apatía, antipatía, empatía o simpatía, dependiendo de nuestra calidad comunicacional.
Para mejorar la calidad comunicacional, debemos elegir cuidadosamente las palabras, que usamos, el tono de voz con que nos expresamos, así como los gestos, posturas y movimientos que empleamos. Incluso aspectos como la ropa y los accesorios que usamos, envían mensajes acerca de nuestro estado de ánimo y estatus social. La forma como manejamos la distancia (cercanía o lejanía) en la comunicación, habla de nuestra capacidad para establecer límites o para avanzar hacia una mayor intimidad.
El tiempo dedicado a una conversación, el lugar elegido, si uno va sólo o acompañado, si llega a pie o en coche, si usa tarjetas de presentación o no, si escucha con atención y otros muchos factores, dejan entrever aspectos de su personalidad que probablemente consideraba bien resguardados. Siempre estamos comunicando algo, pues no hay forma de no hacerlo. Hablar mucho, hablar poco e incluso hacer silencio, expresa en cierta forma, su posición sobre el tema de conversación, muestra aunque sea en parte, lo que somos o lo que pretendemos ser.
No se puede tener una vida de calidad sin relaciones de calidad, y no se pueden tener relaciones de calidad sin una comunicación de calidad. ¿Y qué es una comunicación de calidad sino una comunicación consciente en la que alcanzamos armonía y a través de ella productividad?.
Comentarios
Publicar un comentario