¡LAS CHICAS SON DE CIENCIAS!
¡LAS CHICAS SON DE CIENCIAS!
¿Sabes cuántos descubrimientos científicos debemos a las mujeres?
Aunque en los libros de historia parezca que las ciencias son cosa de hombres, de eso nada: desde Agnodice, la primera médica conocida de la historia, hasta https://es.wikipedia.org/wiki/Rosalind_Franklin, la química que descubrió la estructura del ADN, pasando por Vera Rubin,https://es.wikipedia.org/wiki/Vera_Rubin la astrónoma que vio lo que nadie veía, las mujeres han sido pioneras en ciencias desde el inicio de los tiempos. Y aun así, ¿podrías nombrar al menos a diez chicas guerreras que sobresalieron en el mundo de las ciencias?
Si no puedes, tranquilidad. Aquí (¡y en el libro Las chicas son de ciencias, claro!) tienes 25 ejemplos de supercientíficas que demuestran que las chicas y los laboratorios son una buena combinación:
Todo el mundo sabe que Marie Curie fue una pionera del estudio de la radioactividad y ganó dos premios Nobel en dos disciplinas distintas, que Jane Goodall dedicó su vida a estudiar los chimpancés o que Valentina Tereshkova fue la primera mujer en viajar al espacio. Sin embargo, quizá pocos se dan cuenta de la hazaña que supuso su reconocimiento pues, hasta hace relativamente poco, las mujeres tenían un acceso estrictamente restringido a la educación o directamente nulo.
Si la comprensión y la explicación del mundo y la naturaleza es ya de por sí complicada, ¿cómo sería sin formación, sin apoyos y con multitud de barreras infranqueables para el sexo femenino?
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Y aun así, a Marie, Jane y Valentina se sumaron muchas otras mujeres valientes e increíbles que no por ser menos conocidas merecen menos respeto y admiración. Con su perspicacia, inteligencia y con una determinación fuera de lo común en su época lograron revolucionar el campo de la ciencia con sus asombrosos descubrimientos o colaboraron activamente en teorías revolucionarias que han cambiado para siempre la historia del mundo.
Desde Grace Hopper, la matemática que creó un lenguaje para hablar con los ordenadores, hasta Dorothy Crowfoot-Hodgkin, la bioquímica que descubrió la estructura de la penicilina y la insulina, pasando por María Teresa Toral, la química española que desafío a Franco o Maryam Mirzakhani, la primera científica en ganar la Medalla Fields, el «Nobel de Matemáticas», las mujeres han sido pioneras en ciencias desde el inicio de los tiempos.
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Las chicas son de ciencias descubre a los lectores y lectoras de toda edad y condición 25 biografías apasionantes de mujeres que, con su constancia, su sudor y su intelecto, allanaron el camino a las futuras ingenieras, químicas, biólogas, matemáticas, médicas, astrónomas, físicas… Y que siguen inspirando hoy a nuestros pequeños y pequeñas para construir un mejor mañana.
Inge Lehman fue la sismóloga que nos llevó al centro de la tierra, y Henrietta Leavitt, la astrónoma que nos permitió medir el universo. Todas ellas y muchas más, hasta un total de 25 mujeres que revolucionaron el mundo de la ciencia, aparecen en Las chicas son de ciencias, un libro que demuestra que la ciencia y las mujeres combinan a la perfección. El enlace os lleva a una página de venta del libro, el precio es muy barato (como unos 10 euros) y si estais interesadas en las biografías de estas mujeres lo podeis adquirir. Yo no puedo opinar porque todavía no lo he adquirido, pero estoy a punto.
¿Quién dijo que las chicas no eran de ciencias?
Las mujeres tienen un papel muy importante en la Revolución Digital, pero se les ha dejado un poco fuera de la historia.
Para terminar, un extracto de la biografía de Ada Lovelace, quién realmente fue la pionera, quien trabajando con Charles Babbage, se da cuenta de que su máquina de calcular, que opera con números, puede hacer muchas más cosas: puede hacer música, procesamiento de textos o, como ella decía, tejer hermosos patrones. Cualquier cosa que se pudiese expresar mediante símbolos.
Ada Lovelace imaginó en el siglo XIX lo que estamos viviendo en el XXI.
Se la considera una modelo ejemplar de una mujer en el mundo de la tecnología.
En un artículo publicado en 1843, habló de un mundo en el que máquinas programables serían esenciales para el progreso de la ciencia e, incluso, podrían servir para crear arte y música.
Pero las opiniones difieren en torno a si Ada Lovelace fue la primera visionaria tecnológica o, como algunos críticos creen ahora, si su contribución a la ciencia de sistemas computarizados está sobrevaluada.
Mucha de la correspondencia de Ada Lovelace se encuentra archivada en la Biblioteca Bodleian de Oxford y el contenido revela la imagen de una mujer apasionada, ambiciosa pero también imperfecta.
Es cierto que, a veces, Ada manifestaba un sentido exagerado de su propio destino. Muchas de sus cartas son largas, personalmente obsesivas y un poco extravagantes. Queda claro que atravesó varios episodios maníacos.
Pasión por las matemáticas
A pesar de, o quizás debido a, sus constantes batallas contra su estado mental y físico, Ada desarrolló un interés inicial por las matemáticas.
Después, concentró su atención en las máquinas del pionero de la computación Charles Babbage, a quien siguió con gran pasión y dedicación.
De muchas maneras, Ada Lovelace, mujer de la época victoriana del Siglo XIX, anticipó nuestra era digital.
Fue un extraordinario salto de la imaginación. Quizás no muy sorprendente, teniendo en cuenta que era la hija abandonada del poeta romántico Lord Byron.
La madre soltera de Ada, Lady Byron, la sometió a un estricto régimen de estudios morales y matemáticos desde temprana edad, con la esperanza de que contrarrestaran cualquier peligrosa tendencia "poética" que pudo haber heredado de su afamado y polémico padre.
"Más matemáticas" era la receta que usualmente se le formulaba cuando atravesaba períodos de inestabilidad mental.
Aun así, Ada ahondó en su pasión por las matemáticas.
A los 26 años, casada y con tres hijos pequeños, se inscribió en un curso de matemáticas por correspondencia.
Las cartas que intercambió con su distinguido tutor revelan que estaba trabajando a un nivel de estudiante de primer año de universidad destacada.
Se puede decir que Ada Lovelace era una buena, mas no brillante, matemática.
El hombre que cambió su vida
A los 17 años, había conocido a Charles Babbage y una de sus innovadoras máquinas calculadoras, la Máquina Diferencial, durante una fiesta en el salón del ingeniero en Londres.
Babbage cambió la vida de Ada, aunque no de la manera en la que la mayoría de las jóvenes debutantes del Siglo XIX se hubieran imaginado.
Años más tarde, Ada le hizo una propuesta atrevida a Babbage. Se ofreció a trabajar como su asistente.
Fue una movida agresiva, especialmente dadas las rígidas convenciones que dominaban el mundo victoriano de la época. Pero la respuesta fue positiva.
Babbage se encontraba trabajando en el diseño de una nueva máquina, que llamó la Máquina Analítica.
Contrario a la Máquina Diferencial, que solo podía sumar, la Máquina Analítica funcionaba más como una computadora moderna y podía ser programada para desempeñar casi cualquier secuencia de pasos lógicos.
La única descripción publicada de la Máquina Analítica estaba en un artículo en francés, escrita por el ingeniero italiano Luigi Menabrea.
Ada tradujo el artículo para publicación en una revista británica y Babbage la exhortó a que añadiera una serie de notas que describieran mejor la función completa de la máquina.
Trabajó arduamente en las notas, que terminaron siendo el doble de largas que el artículo original.
Babbage, un destacado matemático e inventor, quedó impresionado.
Las notas de Ada sobre la máquina de Babbage incluyen declaraciones visionarias sobre los potenciales y las limitaciones del aparato.
"La Máquina Analítica no pretende originar nada en absoluto. Puede realizar cualquier cosa que le ordenemos hacer… Pero probablemente ejerza una influencia indirecta y recíproca sobre la ciencia misma".
Las notas también incluyen tablas que indican la secuencia de operaciones que la máquina tendría que hacer para encontrar la solución de un problema algebraico, como la de una secuencia conocida como los números de Bernouilli.
Programadora y visionaria
Es por esto que algunos autores contemporáneos han llamado a Ada "la primera programadora del mundo" aunque, estrictamente hablando, esas tablas no son programas de computación.
Sin embargo, ella parece haber entendido el significado de las máquinas de Babbage mejor que él.
Algunos críticos alegan que la reputación de Ada se debe al genio de Babbage y no al de ella.
Ciertamente los dos fueron cercanos colaboradores. Una serie de tensas cartas se cruzaron entre los dos en el ajetreo de publicar las notas.
En una ocasión, Ada acusó a Babbage de dejar extraviada una de las notas en la impresora.
Pero no hay razón para dudar que Ada Lovelace fuera la propia autora las notas.
Tal vez su mayor talento está en la manera en que combinó su conocimiento matemático con una vívida y "poética" imaginación.
No fue la precursora de los codificadores y hackers de hoy en día, pero sí la pionera de los visionarios que se imaginan cómo la siguiente generación tecnológica cambiará el mundo.
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