QUEJAS QUE INTOXICAN EL ALMA. CLAVES PARA DEJAR DE LAMENTARSE
Si sumamos varios días de quejas, un año tras otro, podremos tener una
vaga idea de cuánto daño nos estamos haciendo a nosotros mismos.
El cambio que quieres ver en el mundo, debe comenzar en ti.
- No buscan soluciones. Las personas que funcionan en “modo queja” no buscan soluciones para sus problemas, porque de esta forma no tendrían de qué lamentarse. En realidad, se sienten cómodas en esa situación, han encontrado un equilibrio y, al convertirse en víctimas, han aprendido a sacar ventaja de las cosas negativas. Por eso, su principal objetivo no es buscar respuestas o soluciones, sino simplemente despertar la compasión en los demás y llamar la atención.
- No reconocen sus errores. Tienen una profunda miopía respecto a sus errores y equivocaciones. Para ellos, la culpa siempre está en los demás, no son capaces de asumir sus responsabilidades. El problema es que tienen un locus de control externo, para ellas todo lo que sucede en sus vidas se debe a la buena o la mala suerte, de forma que terminan convirtiéndose en marionetas del destino. Obviamente, como no son capaces de reconocer sus errores, tampoco hacen nada para subsanarlos, adentrándose cada vez más en un círculo vicioso muy negativo.
Los peligros de quejarse continuamente
A lo largo de un día nos quejamos mucho, más de lo que sería recomendable y de lo que podría considerarse como "sano". Nos quejamos por el tiempo, el transporte, por nuestro jefe o por el vecino, porque la comida estaba demasiado fría o porque había demasiados anuncios publicitarios en la television… La lista amenaza con ser infinita. De hecho, podríamos definir este tiempo como la “era de las quejas”.
El problema es que en la actualidad las quejas no son un paso para la solución del problema, no tenemos el objetivo de solucionar nada, sino simplemente de expresar nuestro desagrado ante una situación. Desde esta perspectiva, las quejas no solo son ineficaces sino incluso dañinas para nuestro equilibrio emocional.
Curiosamente, se ha apreciado que aunque estemos insatisfechos con determinados productos, el 95% de las personas no decide quejarse directamente a la compañía, ya sea por miedo o porque no quiere consumir demasiado tiempo. En vez de eso, prefieren quejarse con los amigos.
Lo que sucede es que tantas insatisfacciones y frustraciones acumuladas terminan pasándonos factura porque generan una profunda sensación de falta de poder. Quejarnos sin resolver nada nos hace sentir impotentes, lo cual conduce directamente a la victimización, la desesperanza y la indefensión. Obviamente, se trata de sentimientos muy negativos que no nos ayudan en nuestra vida cotidiana sino que terminan minando nuestra autoestima y arruinando nuestro estado de ánimo.
1. Acepta todo aquello que no puede ser cambiado. La queja suele surgir de la inadaptación. A estas personas les resulta difícil adaptarse y aceptar que las circunstancias cambian. Por eso, lamentan que todo no sea tan perfecto como desearían. En realidad, es posible que no tengan malas intenciones pero la queja no es el mejor camino. Para mantener nuestro equilibrio psicológico es fundamental saber qué batallas debemos librar y cuáles debemos dar por perdidas. Por tanto, es fundamental aprender a aceptar todas aquellas cosas sobre las que no tenemos ningún poder. La próxima vez que estés a punto de comenzar un rosario de quejas, pregúntate cuál es su finalidad: ¿quieres solucionar algo o simplemente deseas quejarte?
El cambio que quieres ver en el mundo, debe comenzar en ti.
Hay personas que se quejan por todo, se centran en lo
negativo de la situación y no son capaces de apreciar los aspectos
positivos. Para estas personas nada es suficiente, son eternos insatisfechos que siempre encuentran motivos para quejarse. Por supuesto, vivir así no es vivir, es como morir un poco cada día.
Porque las quejas incesantes no solo afectan a quienes las escuchan sino
también y, sobre todo, a la persona que se lamenta. El “quejica” es un
eterno infeliz, alguien que no es capaz de sentir agradecimiento y se
sume en la amargura, viendo como todo a su alrededor es cada vez más oscuro.
¿Cómo son las personas que funcionan en “modo queja”?
- Negativizan todo, incluso lo positivo. Son
verdaderos especialistas buscando manchas al sol. Nunca están contentas,
ni siquiera cuando logran lo que se habían propuesto. Siempre
encuentran motivos para lamentarse y actuar como víctimas. Su frase
preferida es: “Si, pero…”. Es como si miraran el mundo usando unos
cristales grises, para ellas siempre hay algo mal y ningún motivo es
suficientemente bueno para ser felices.
- No buscan soluciones. Las personas que funcionan en “modo queja” no buscan soluciones para sus problemas, porque de esta forma no tendrían de qué lamentarse. En realidad, se sienten cómodas en esa situación, han encontrado un equilibrio y, al convertirse en víctimas, han aprendido a sacar ventaja de las cosas negativas. Por eso, su principal objetivo no es buscar respuestas o soluciones, sino simplemente despertar la compasión en los demás y llamar la atención.
- No reconocen sus errores. Tienen una profunda miopía respecto a sus errores y equivocaciones. Para ellos, la culpa siempre está en los demás, no son capaces de asumir sus responsabilidades. El problema es que tienen un locus de control externo, para ellas todo lo que sucede en sus vidas se debe a la buena o la mala suerte, de forma que terminan convirtiéndose en marionetas del destino. Obviamente, como no son capaces de reconocer sus errores, tampoco hacen nada para subsanarlos, adentrándose cada vez más en un círculo vicioso muy negativo.
Los peligros de quejarse continuamente
A lo largo de un día nos quejamos mucho, más de lo que sería recomendable y de lo que podría considerarse como "sano". Nos quejamos por el tiempo, el transporte, por nuestro jefe o por el vecino, porque la comida estaba demasiado fría o porque había demasiados anuncios publicitarios en la television… La lista amenaza con ser infinita. De hecho, podríamos definir este tiempo como la “era de las quejas”.
El problema es que en la actualidad las quejas no son un paso para la solución del problema, no tenemos el objetivo de solucionar nada, sino simplemente de expresar nuestro desagrado ante una situación. Desde esta perspectiva, las quejas no solo son ineficaces sino incluso dañinas para nuestro equilibrio emocional.
Curiosamente, se ha apreciado que aunque estemos insatisfechos con determinados productos, el 95% de las personas no decide quejarse directamente a la compañía, ya sea por miedo o porque no quiere consumir demasiado tiempo. En vez de eso, prefieren quejarse con los amigos.
Lo que sucede es que tantas insatisfacciones y frustraciones acumuladas terminan pasándonos factura porque generan una profunda sensación de falta de poder. Quejarnos sin resolver nada nos hace sentir impotentes, lo cual conduce directamente a la victimización, la desesperanza y la indefensión. Obviamente, se trata de sentimientos muy negativos que no nos ayudan en nuestra vida cotidiana sino que terminan minando nuestra autoestima y arruinando nuestro estado de ánimo.
¿Cómo dejar de quejarse?
1. Acepta todo aquello que no puede ser cambiado. La queja suele surgir de la inadaptación. A estas personas les resulta difícil adaptarse y aceptar que las circunstancias cambian. Por eso, lamentan que todo no sea tan perfecto como desearían. En realidad, es posible que no tengan malas intenciones pero la queja no es el mejor camino. Para mantener nuestro equilibrio psicológico es fundamental saber qué batallas debemos librar y cuáles debemos dar por perdidas. Por tanto, es fundamental aprender a aceptar todas aquellas cosas sobre las que no tenemos ningún poder. La próxima vez que estés a punto de comenzar un rosario de quejas, pregúntate cuál es su finalidad: ¿quieres solucionar algo o simplemente deseas quejarte?
2. Deja de juzgar continuamente. Todos tenemos una
tendencia innata a comparar y juzgar. Sin embargo, cuando lo hacemos
continuamente, adoptando una posición de superioridad, se convierte en
un problema para nosotros mismos. Por eso, si quieres dejar de quejarte,
primero debes aprender a no juzgar. No somos perfectos, también
cometemos errores, por lo que no tenemos el derecho de juzgar las
acciones de los demás. Antes de juzgar, haz un examen de conciencia e
intenta ponerte en el lugar del otro, asumir una actitud empática te
permitirá ser más comprensivo y criticar menos. Se trata de un cambio
difícil, pero una vez que lo has logrado, te darás cuenta de que vives
con menos tensión y eres mucho más feliz.
3. Nivela tus expectativas. Las quejas suelen tener
su base en expectativas irreales. Cuando esperamos demasiado del mundo y
este nos decepciona, la queja es una forma de consuelo. Sin embargo,
tener expectativas demasiado elevadas implica que no somos capaces de
ver el mundo tal como es, que no somos capaces de adaptarnos a
los cambios. En el fondo, significa ir por la vida con la actitud de un
niño enfadado. Por supuesto, no se trata de dejar de soñar, pero sí de
ser lo suficientemente flexibles como para saber adaptarse a los cambios
que se van presentando.
4. Controla tu mente. En muchas ocasiones las quejas
provienen de ideas irracionales o de pensamientos erróneos, como las
generalizaciones inadecuadas. Por ejemplo, podemos generalizar un
problema que ocurrió en una circunstancia puntual y pensar que siempre
ocurrirá así. Esa voz que habla en nuestra cabeza tiene un enorme poder
sobre nosotros, por lo que no deberíamos dar por ciertas todas sus
afirmaciones. De vez en cuando es conveniente que cuestionemos lo que
nos decimos, preguntándonos no solo si es cierto, sino también
cuestionando la utilidad de ese diálogo interior.
5. Céntrate en lo positivo. Todas las cosas que
ocurren tienen un lado bueno, pero a veces no somos capaces de verlo
porque solo nos centramos en lo negativo. Es como si los árboles no nos
dejaran ver el bosque. No se trata de asumir una actitud positivista a
ultranza, pero sí de aprender a disfrutar de los buenos momentos, sin
empeñarnos continuamente en buscar la perfección y encontrar los
defectos ocultos. Cuando empiezas a centrarte en las cosas positivas, te
darás cuenta de que hay muchísimas razones para sentirse agradecidos.
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