ELOGIO AL SILENCIO
ENTRE LA PALABRA Y EL SILENCIO
Saben bien los taciturnos, los ancianos y aquellos que viven en el mundo del silencio, que los charlatanes nunca serán más que hombres, que los que utilizan la palabra en demasía no palparán ni un átomo perdido de sabiduría divina.
En estos tiempos de ruido, violencia y provocación hay que prepararse para hacer frente a la palabrería sin pausa, a la que casi todos estamos sometidos. Sólo parecen salvarse los que saben callar.
Hay que guardar silencio, pero hay que saber qué siencio se guarda. Hay personas con ciertas actitudes silenciosas en las que se esconden taciturnidades bastante reprobables. Personas que prefieren callarse cuando les acosan las dudas y no se atreven a preguntar para esclarecerlas: prefieren pertenecer en la ignorancia antes que hablar, lo cual les convierte a la larga en la esencia misma de la tontería y la estupidez.
Hay, sin embargo, los que eligen callarse por complacencia cobarde, y su fín último es ganarse el favor de los grandes, su interés y halago. Hay también a los que su orgullo no les permite nombrar la palabra y soportan el silencio como una losa de mármol que esconde defectos, bajo la discreta apariencia de reserva. Hay silencios aparentemente modestos que sólo esconden corazones repletos de veneno y malicia y que utilizan la ambiguedad para llevar a cabo con más seguridad y ahínco un mal propósito.
Las personas, sin embargo, imbuídas en sabiduría sin saberlo, conocen bien las primeras lecciones del casi desconocido ARTE DE CALLAR: hablan con pudor, con aire modesto, como si reconocieran que no concuerdan sus palabras con sus acciones. Toman tiempo de silencio y de balanza equilibrada, con su opuesto, la palabra.
Existen otros silencios, precedidos de una admiración por un hecho que te impresiona (sobre todo me refiero a los derivados del arte: escuchar una ópera, mirar como se debe mirar un cuadro..); son silencios de recogimiento, llenos de respeto, similar a aquel que enlaza a los que ya se han dicho todo lo esencial y parecen comunicarse sin necesitar apenas la palabra.
Algunos dicen que una vez resueltas las preguntas que la ciencia permite resolver, se puede decir emulando a Hamlet que "el resto es silencio". Otros se rebelan y defienden que el resto no es silencio, que no se puede, ni se debe renunciar a la palabra, inherente a la naturaleza humana.
Palabra que connota pasión ("fueron las pasiones las primeras que hicieron hablar al hombre"), necesidad, deseo. Palabra que se verbaliza en sentimientos. Sentimientos a momentos prohibidos, censurados. Callados oscuramente. Mantenidos en silencio tenso y que muy de vez en cuando rondan la palabra, vocablos superfluos, gritos sin aaprente significado. Sentimientos en camino de nadie, que se enuncian en un silencio imperativo pretendiendo la palabra.
Por el contrario, se habla y se escucha de muchas cosas que deberían calllarse. Se callan muchas que deberían decirse. Se irrumpe con discursos vacíos. Parece no quedar tiempo para contemplar la pausa.
La pausa entre la palabra que prepara el silencio vacío, sin pensamiento.
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