RECETAS PARA ENAMORAR
SEDUCCION Y COCINA AFRODISIACA
La seducción y la comida afrodisica nacieron en el Jardín del Edén al ofrecer Eva la manzana a Adán. Esta invitación a la comida como preludio al amor ha constituído un rito desde los tiempos más antiguos.
La cocina erótica es una vieja ilusión humana. El hombre siempre ha buscado sustancias con virtudes maravillosas para despertar el amor. El sueño de la eterna juventud, elixires mágicos, manjares excitantes, filtros irresistibles para enardecer los deseos y mantenerlos vivos han existido ya desde tiempos inmemoriales.
El instinto de conservación ha impulsado al hombre a desarrollar los placeres que halla en el amor y la alimentación. Los ha sublimado en el arte del erotismo y de la gastronomía. Y cuando ambos artes se unen, tanto mayor es el goce.
Siempre ha existido una relación entre los alimentos y los placeres sensuales. Los antiguos romanos se abandonaban al goce comiendo tumbados en un diván y combinando las delicias del paladar con las de Venus. También Madame de Pompadour, el marques de Sade y Casanova conocían bien los efectos de la cocina sobre el comportamiento amoroso.
El hombre, a través de toda la historia ha considerado como afrodisíacos a una cantidad interminable de alimentos. Curiosamente, no es el sentido del gusto en que produce impresiones erotizantes, sino nuestra mente, a través de asociaciones con el aspecto de los alimentos, como el de la fresa, los espárragos, los plátanos, las ostras, las ancas de rana. Por otra parte, ciertas sustancias ejercen un efecto estimulante sobre el organismo como las especies picantes, las hierbas, los licores, algunos de ellos, tóxicos.
Los antiguos sumerios y egipcios comían criadillas mezcladas con miel en la creencia de que este manjar aumentaría la potencia. La cocina afrodisiaca china apreciaba las astas de ciervos, la cresta de gallo y otros animales conocidos por su gran ardor amoroso, como el gallo, la paloma o el gorrión. Las civilizaciones orientales atribuían un alto poder afrodisíaco a la leche azucarada hervida con criadilla de macho cabrío.
Las delicias del paladar presentan algunas similitudes con las del amor y están vinculadas a un simbolismo que se expresa en los proverbios y en el vocabulario amoroso y culinario. Ambos placeres son tiernos y fuertes, sabrosos, suaves y picantes, dulces, salados y amargos, fríos y ardientes. A la mujer se la compara con frecuencia a los frutos. Se dice que su rostro tiene tez de melocotón y color de avellana, sus ojos son almendrados, sus labios como granadas. Se la llama golosina apetitosa, se la mordería y se la comería.
El dicho que afirma que al corazón del hombre se llega por el estómago, es una vieja verdad con doble sentido: el afecto del hombre por la mujer que sabe animarle con manjares suculentos, no pasa sólo por el estómago: también su capacidad amorosa es influída por lo que come, según ha comprobado la moderna ciencia alimentaria.
El hombre necesita numerosas sustancias esenciales para mantener la vitalidad y por lo tanto, el deseo amoroso: proteínas, hidratos de carbono, ácidos grasos, vitaminas, minerales, agua.
La vitamina más importante y estimulante del funcionamiento hormonal es la vitamina E, promesa de juventud eterna, reconocida en nuestros días como la vitamina de la fertilidad. Esta se encuentra en el hinojo, las nueces, los cacahuetes, los piñones, el gérmen de trigo, los brotes de judía, las aceitunas, el pescado.
Otro elemento necesario para el metabolismo hormonal masculino es el zinc. Está presente en el hinojo, el arenque y las ostras, las nueces, los cereales, las legumbres y los menudillos.
Los aceites volátiles de la cebolla y el ajo favorecen la elasticidad de los vasos sanguíneos, y en consecuencia aumental la vitalidad. La miel, rica en lecitina y en glucosa, sustancia de fácil asimilación, refuerza el cuerpo y la mente. El ginseng, al proceder de Asia, goza de un gran prestigio. Al actuar sobre el sitema nervioso es revitalizante e incita al amor.
El alimento más completo es la leche, contiene todas las sustancias necesarias y constituye la dieta afrodisíaca por excelencia
Pero la cocina afrodisíaca no es una panacea que lo arregla todo. Naturalmente no podría sustituír a una atracción o a una presisposición amorosa ausente. Además se debe tener salud, vitalidad, mente clara y firme decisión. Por ello procuraremos renunciar a todo lo que engorda y nos vuelve perezosos y pesados: la carne grasa, las salsas fuertes, las legumbres, las pastas, los dulces, el exceso de alcohol y de nicotina. No nos dolerá este sacrificio, ya que nos esperarán otras delicias.
Emplearemos, en lo posible aceite de gérmen de trigo, rico en la famosa vita mina E, las salsas ligeras, finas y delicadas.
La cocina afrodisíaca es, sobre todo, un juego erótico, en el cual deben intervenir todos los sentidos. La comida, con sus ingredientes estimulantes, constituyen un cómplice valioso, pero el ambiente, la decoración, las miradas, los gestos, las palabras, la armonía entre dos personas que sienten una atracción mutua son componentes imprescindibles para completar la fiesta.
Hay que cuidar los detalles, sacar la mejor cubertería y la mejor vajilla, decorar la mesa con flores, encender velas y poner música suave; es el momento para sacar la ropa más sexy, que mejor nos sienta (para ambos sexos), seamos seductores y aparecerá la magia.
Una comida amorosa no requiere complicaciones. Puede ser muy sencilla, pero debe ser de buena calidad. Y como ingredientes principales no deberán faltar una buena dosis de osadía y sensualidad.
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