FRACASAR REQUIERE ENERGÍA, LA MISMA QUE PARA LOGRAR EL EXITO
CON EL MISMO TIEMPO Y ESFUERZO QUE GASTAMOS EN ASEGURAR EL FRACASO, PODEMOS ASEGURAR EL ÉXITO
Vamos a empezar a comprender esta teoría con un ejemplo:
"Supongamos que una persona tiene una cita para acudir a cierto sitio que dista ochenta kilómetros al Norte de su casa, y que si la cumple, puede contar con la seguridad de haberse asegurado bienestar y dicha. Dispone del tiempo suficiente para llegar allá y de la gasolina que necesita para el viaje.
Se pone en camino, pero apenas ha empezado decide que sería más agradable hacer un corto paseo hacia el Sur, de unos veinte kilómetros, y después acudir a la cita. Un comportamiento un poco exraño ¿no?, ¿para qué desviarse hacia el Sur sin motivo aparente para volver de nuevo al Norte?.
Sucede que cuando se trata de dirigirnos en línea recta a donde cumpliríamos con el compromiso que con nosotros mismos hemos hecho, procedemos todos de un modo muy semejante al de nuestro personaje del ejemplo: optamos por el camino que nos lleva a otra parte. Fracasamos cuando hubiéramos podido triunfar empleando en la empresa el mismo tiempo y el mismo esfuerzo.
El fracaso indica que la energía ha sido encauzada por un canal falso "Fracasar requiere energía". Esto es algo que muy rara vez apreciamos inmediatamente, pero cualquier psicólogo puede decirnos qué dosis de energía gasta el hombre para resistir el impulso de moverse.
Cuando el fracaso procede del hecho de que hayamos empleado horas preciosas en entretenimientos para matar el tiempo, todos podemos apreciar con claridad que hemos dado vano empleo a la energía.
¿Cómo puede ser esto así? Si empleando igual cantidad de energía podemos alcanzar el éxito ¿ por qué tan raras veces vivimos la vida que teníamos planeada y era nuestra ambición? ¿Y por qué nos parece que estamos filosofando razonablemente cuando nos ofrecemos a nosotros mismos excusas por nuestro fiasco?
No creemos- aunque muchos lo tengan por evidente- que uno debe escoger entre el buen éxito o la buena vida. Los que triunfan en la vida contemplan los mismos crepúsculos, respiran el mismo aire, y aman y son amados lo mismo que los fracasados: y algo más: tienen el satisfactorio convencimiento de que han optado por el camino del desarrollo y del progreso.
Y entonces ¿por qué fracasamos? ¿por qué trabajamos con empeño por fracasar?. ¿Por qué, aparte de ser criaturas sometidas a la voluntad de vivir y a la voluntad de poder, estamos impulsados por otra voluntad, la de fracasar?
Para muchos de nosotros se trata de un nuevo concepto: llegar al convencimiento de que existe esta erosiva, frustrante corriente, es el primer paso que lleva del fracaso al buen éxito. Nos vigorizamos y la energía que ahora se encamina hacia el fracaso puede dirigirse hacia fines provechosos.
HAY QUE ENDEREZAR EL RUMBO
Si como lo que hemos comentado en las líneas anteriores es cierto, resultaría muy cómodo que todos pudiéramos hacernos acompañar de un hiptonizador permanentemente para ponernos bajo su influencia en el momento de acometer cualquier empresa. Sin embargo, la siuación es más sencilla.
Todo lo que se necesita para romper el cambio de la inercia y la ineficacia es:
ACTUAR COMO SI EL FRACASO FUERA IMPOSIBLE.
He ahí el talismán, la fórmula, la orden que le pone a uno de espaldas a la derrota y de frente al éxito. Todo el mundo ha experimentado o podido observar, ese estado que se denomina el valor de la desesperación, que en los casos exremos tiene su origen en el hecho de que alguna catástrofe o alguna serie de infortunios ha anulado toda alernativa de éxito. "No tiene nada que perder" decimos al referirnos a quién se encuentra en esa siuación. La persona colocada en tal aprieto no se atreve a fallar, invariablemene actúa como debiera actuar siempre, esto es, como si mas fracaso fuera imposible.
No es la desesperación el único instrumento que elimina la posibilidad del fracaso. La imaginación sirve para el caso, mejor y con más nitidez; si uno logra crear con la imaginación el estado de ánimo en que se colocaría si supiera que iba hacia un triunfo ordenado de antemano e inevitable, el primer resultado será un enorme brote de vitalidad, descubrimos que poseemos capacidades insospechadas, y el efecto, desde luego, es el mismo que si las acabáramos de adquirir.
¿De qué modo puede uno ponerse en el estado de ánimo necesario para actuar cómo si fuera imposible el fracaso? Lo que se necesita es crear otra vez el "estado de ánimo", el sentimiento de seguridad y confianza que se experimentó en anteriores momentos de buen éxito.
Hay que fijar en ello la atención, porque ése será el estado de ánimo que necesitas para acometer con éxito una empresa cualquiera. Hay que esforzarse por crearlo, no viene sólo, pero tampoco lo hagas hasta que no sientas que has logrado esa disposición interior.
Cuando la hayas logrado, reténla por un tiempo, como si esperara una orden; de pronto sería deseable y el objetivo final que sintamos dentro un brote de energía: es que se le ha dado la orden y puedes entonces empezar la tarea.
Encontrarás que ya no necesitas violentar tu naturaleza para acometer el trabajo porque tu energía está libre y puede llevarlo a cabo ella sola. La acividad que tiene éxito va pareja de una reflexión de un pintor: " Sé que estoy haciendo un buen cuadro si pinto tan rápidamente como puedo moverme", "en cuanto empiezo a vacilar, comprendo que me he atascado, que hay algo que no va bien: cuando voy por buen camino, esto es como un juego".
Solamente actuando como si fuera imposible fracasar podemos descubrir el máximo alcance de nuestros mejores esfuerzos. Y el éxito, para cualquier adulto sensato, equivale exactamente a hacer lo MEJOR QUE SE PUEDE.
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