BIOGRAFÍA DE MUJERES CÉLEBRES: CAMILLE CLAUDEL GENIO ECLIPSADO

CAMILLE CLAUDEL

La energía impetuosa de espíritu, de creación impulsiva, no impidió que tocara la vida con dulzura e inventara todo tipo de artilugios para ocultar su sensibilidad abierta en carnes, que le condujo, muy pronto a la locura. En ella ganó la pasión demente, tiránica, destructiva sobre la voluntad técnica del artista.

Estamos en 1981. Camille tiene 17 años, su hermana Louise quince y su hermano Paul trece. Después de haber pasado su primera infancia en la región de Villeneuve-sur- Fére. Camille acude a la Academia Colarossi em París, lo que le pertí visitar con frecuencia el Louvre y quedarse pegada durante horas a los cuerpos clásicos y a los gestos grecorromanos. Al año siguiente recibe clases de Alfred Boucher y alquila un estudio con su amiga del al alma, Jessie Lipscomb, la última persona que ya en la vejez la visitará al psiquiátrico de Montdevergues.

Alfred Boucher gana el Premio de Roma, y por tener que marchare a Villa Médici, ruega al pintor y escultor Rodin que admite a Camille Claudel como alumna. Rodin queda totalmente subyugado por su fuerza indómita, por su delicadeza estética. Una carta de Rodin a Camille permite avanzar la intimidad, que no se llegaría a consumar hasta 1883: "Mi feroz amiga..., ten piedad, malvada. Ya no puedo más, no puedo pasar un día más sin verte..; se acabó, ya no trabajo más, divinidad maléfica. Y, sin embargo, te amo furiosamente..a tí que me das gozos elevados, ardientes..; cerca de mi alma existe con fuerza, y en su furor de amor, el respeto hacia tí está siempre por encima.. ¡Ah¡ divina belleza, flor que habla y que ama, flor inteligente, mi querida, mi buenísima. De rodillas delante de tu hermoso cuerpo que abrazo"

 

Poco a poco, Camille se hace la más estrecha colaboradora de Rodin, lo que con el tiempo ha provocado grandes polémicas debido a que muchas de sus obras fueron de creación recíproca y es casi imposible saber quién de los dos hizo qué. Esto fue algo que a Rodin le fue difícil de digerir, y unido a los encontronazos pasionales y amorosos que los dos monstruos provocaban en privado y en público sin pudor alguno, terminó ocasionando la ruptura irreparable

Camille no se quedó sola: tenía amigos como Debussy, la condesa de Maigret o eel escultor Pompou, peero la grieta sentimental mimó su ingenuidad y su entusiasmo por el mundo, por la gente, por las cosas. Para terminar de estropearlo todo, su amadísimo hermano Paul se casa y se marcha cun un destino diplomático a China. Este segundo desgaño le llevo a que se recluyera voluntariamente, rodeándose sólo de fantasmas en forma de estatuas de mármol, arcilla, yeso y ónix, que terminan por atraparla y estrujar su espíritu sin consideración.

 

El embotamiento emocional le ata hasta asfixiar sus sentimientos y, lo que es peor, su inspiración, la deprivación sensorial a la que se somete por la decepción con los que habría amado sin límites, se revuelve contra ella y en un ataque de rabia delirante destruye toda su obra. En un ensimismamiento, ausente, sucia, abandonada, cercada por terribles alucinaciones y ya agotada, sus escándalos no surtieron ningún efecto en el corazón de Rodin.

 

Su familia decide internarla en 1913, muerto ya su padre, único defensor de su libertad y extravagancias. Camille Claudel tenía 48 años. Pasó los últimos treinta años de su vida apresada en ideas de persecución y no consintió volver a utilizar sus manos para modelar más vidas inmóviles. Bastaba su propia estatua, esculpida grotescamente por recuerdos, confabulaciones y desengaños. Sólo su hermano Paul y su incondicional amiga Jessie acudían regularmente a visitarla, en silencio.

La locura envíó al infierno más oscuro y olvidado su obra. Nadie parecía recordar a la genial escutlora machacada por la obra de su maestro en cuantó empezó a destacar y hacerle un conato de sombra. Sus defensores fueron desapareciendo y se difuminaron con el paso del tiempo. Y el velo amargo del aislamiento autoimpuesto en principio, terminó por rasgar la belleza de su cuerpo, de sus formas, de su esperanza, de su obra.

Sólo gracias a la presión e influencias de ciertos movimientos feministas ha sido posible recuperar a esa mujer para la historia. Al principio, reforzando su papael de víctima de traiciones, de desencantos familiares y amorosos que labraron su triste suerte; más tarde perfilando una personalidad vulnerable e indefensa en un mundo de hombres que no podía resistir la fuerza espontánea de un genio femenino; hoy y debido a las investigaciones efectuadas por su sobrina -nieta, Reine- Marie Paris, podemos conocer de frente a la gran escultora.

 

Su última exposición en el Museo Rodin, en marzo de 1991, se hizo justicia. Rompió el eclipse.