LA NUEVA POLÍTICA: TIEMPO DE CONSENSOS (1)
Ante los resultados de las elecciones del domingo y viendo los resultados, cualquier ciudadano nos hemos dado cuenta que, la gobernabilidad de Andalucía va a ir unida a la palaras NEGOCIACIÓN Y CONSENSO. Aprovechando esta situación que, probablenente no se dará sólo en esa comunidad, voy a aprovechar hoy y mañana para habalar de las técnicas de Negociación.
Por supuesto, los políticos no van a negociar como yo plasmo aquí la negociación. Ni van a resolver todo en un día, nos van desilusionar (¿quién me mandaría darle mi voto a estos tíos?), nos van a cabrear, nos van a tener en ascuas y según la situación precaria en que el país desgraciadamente se encuentra hay que tomar medidas rápidas y eficaces, ya pueden sacar las fuerzas políticas sus mejores negociadores para que no hayan situaciones que se enquisten y las decisiones consensuadas y de interés general lleguen más pronto que tarde.
NEGOCIAR es fundamentalmente una forma de conseguir lo que se quiere de otros. La negociación es un proceso, donde a partir de un conflicto de intereses, la partes intentan buscar el mejor resultado.
EL MIEDO A DE DECIR NO
Uno de los factores esenciales para ser un negociador efectivo es decidir lo que se quiere y estar familiarizado con numerosas estrategias y tácticas que pueden emplearse para ello. Uno debe de darse cuenta de que no hay nada deshonroso en negociar, ya que negociar no es más que interactuar con otras personas para cubrir los intereses de ambas partes. Además es necesario estar dispuesto a defender duramente nuestros intereses ya que si no somos nosotros quienes lo hacemos ¿quién lo hará?.
Cada individuo con el que negociamos es un oponente pero no necesariamente un enemigo. Si uno piensa en una partida de ajedrez, parce encillo asumir el concepto de "oponente" frente al de "enemigo". Uno se emplea a fondo, juega duro y lo hace para ganar. Y si perdiésemos no veríamos en el otro un enemigo. Lo mismo es aplicable a la negociación. Mientras no se empleen trucos sucios, no hay minguna razón en el mundo para pensar que una negociación deba generar malos sentimientos.
Tanto si nos encontramos negociando con un banco, un empleado o una persona influyente debemos convencernos de que no hay razón por la que defender nuestros intereses conlleve crearse enemigos. Este temor se acentúa cuando nos vemos envueltos en una larga o estrecha relación con nuestro interlocutor. En estos casos tendemos a decirnos a nosotros mismos "no puedo dar un mal paso" o " no puedo causar una mal impresión que arruine mi relación futura". Todos estos pensamientos no tienen una base cierta y no debemos barajar esa posibilidad porque no ocurrirá. Sin embargo, si , previo a la negociación establecemos un claro MARCO DE JUEGO al margen de las relaciones, será de agradecer y no tendremos que arrepentirnos a posteriori.
Nuestro oponente puede intentar apelar a nuestra falta de flexibilidad o tacharnos de poco razonables para acabar culpabilizándonos con expresiones tales como:
- "Pero como me puedes hacer esto"
- "No lo puedo entender"
- "Qué te pasa"
- "Pero ¿cómo quieres que me sienta?
Hay que mantenere firme y no ecuchar esas palabras. Sólo así la relación resultante se basará en el repeto mutuo y no en la manipulación de una de las partes.
La condición humana hace que todos busquemos la aceptación social. Nos gusta gustar, ser aceptados y causar una buena impresión en el otro. Esto hace que muchas personas se conviertan en puros "asentidores" que experimenten verdaderas dificultades para decir "NO".
La negación genera enfrentamiento, inseguridad en algunos casos y riesgo de no ser aceptado. Esto para ciertas personas supone un peso emocional difícilmente soportable. Sin embargo una persona de este tipo difícilmente podrá negociar. Está tan pendiente de satisfacer las expectativas del otro que pierde cualquier oportunidad de defensa de sus propios intereses. Un negociador de verdad debe tratar con otras personas que se pondrán en pie para defender sus intereses y acerca de las que nunca podrá prever exactamente sus reacciones.
El chantaje emocional es una técnica frecuentemente empleada para hacer mella en el otro y culpabilizarle para facilitar, aunque sea una cesión. Si todo lo que estamos haciendo es satisfacer nuestros intereses y la otra persona se siente contrariada, despreciada, furiosa o de mal humor, no es nuestra responsabilidad. Si lo será, sin embargo, si intentar rebajar la posible tensión de la negociación para llegar finalmente a un acuerdo.
En definitiva, si la otra parte reacciona de manera adversa no es nuestro cometido consolarla o ceder para que se sienta mejor
No permitamos sentirnos presionados por miedo a parecer desleales o injustos frente a los demás. Sólo así podremos defender de un modo coherente y profesional nuestros propios intereses.
Debemos prestar la máxima atención a todos aquellos aspectos y detalles que puedan favorecer la consecución de nuestros objetivos e intereses.
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