DESARROLLO PERSONAL DESDE UN PUNTO DE VISTA HOLÍSTICO. LA REEDUCACIÓN
Una vez recorrido el duro camino de la SANACIÓN, pasamos a la segunda parada
LA REEDUCACIÓN
LA REEDUCACIÓN
La reeducación consiste en corregir funcionamientos de la personalidad que son percibidos desde la razón como anómalos pues producen sufrimiento. Determinadas disfunciones de la personalidad las podemos corregir simplemente cayendo en la cuenta y tomando conciencia de la influencia negativa que ejercen en nuestra vida.
Algunos malos funcionamientos se expresan en forma de conductas socialmente aceptadas:
- Cada vez que alguien me pide algo lo dejo todo por ayudar y luego me siento fatal (expresión inferior del altruismo; alineación propia)
- Estoy pendiente de todo el mundo en lugar de estar pendiente de mí (escapismo, huida de la individualidad)
- No hago más que quejarme y echarle las culpas a los demás de lo que me pasa (irresponsabilidad)
- Por sistema me dedico a desvalorizar a los demás o a cuestionar sus planteamientos (baja autoestima, miedo a existir, a ser)
- Solicito o estoy esperando que los demás me cuiden (dependencia)
- Me dedico a controlar a los demás (auto superación frustrada)
- Negación del amor (incapacidad para expresar los sentimientos propios)
- Me fabrico una realidad propia sin referentes (ensoñación)
- Me imagino situaciones o causas que ocurrirán partiendo de un referente real- alguien se retrasa y ya pienso que ha tenido un accidente (comportamiento imagimario)
- Me dedico a provocar constantemente o a mostrar mi rencor (debilidad, contradicción entre libertad y sumisión)
- Insisto siempre en que se me escuche, quiero que se haga lo que yo propongo (acaparamiento y apropiación de la relación)
- Hago siempre lo que dicen los otros (fusión en la relación y pérdida de la conciencia individual por la unificadora)
- Seduzco al otro como pauta de conducta y espero que hagamos siempre todos juntos (captación)
Mediante la reeducación lo que hacemos es caer en la cuenta de que un comportamiento determinado nos está perjudicando. Lo difícil es caer en la cuenta, ya que normalmente son conductas que aparentemente no presentan problemas para la persona. Quejarse una vez no es una catástrofe, sin embargo, una queja permanente puede perjudicar las relaciones y mermar las oportunidades de encontrar un trabajo mejor, una pareja, o simplemente vivir experiencias vitalizantes
En general, los comportamientos puntuales, por muy negativos que sean, no provocan fracasos personales. El fracaso deviene como consecuencia de la acumulación de pequeños comportamientos anómalos de cuyas consecuencias puntuales no somos conscientes. Por eso, la diferencia entre el éxito y el fracaso es muy sutil. A priori, tan fáciles quejarse como no hacerlo, sentir alegría o envidia por el éxito ajeno, hacer ejercicio físico o ser sedentario, empacharse de televisón o ser selectivo... en términos de reeducación, lo importante es elegir bien las disciplinas que nos construyen, y nos aportan energía y vitalidad.
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Para localizar un comportamiento anómalo, se pueden hacer tres cosas:
1. La primera consiste en preguntar a los demás sobre la imagen que proyectamos, las cosas que no les gustan de nosotros o en que creen que podríamos mejorar. Preguntar a los demás es muy constructivo pero también puede ser engañoso.
Las opiniones ajenas están condicionadas por la estructura sentimental de la persona que las emite, de modo que no son siempre objetivas. Además, la imagen que proyectamos, no siempre desvela nuestros sentimientos reales, de modo que el otro no siempre tiene una idea ajustada de lo que somos y sentimos ser. Por estas dos razones, lo inteligente es solicitar opinión pero confirmar la respuesta interiormente .
2. En segundo lugar, es muy importante la autoobservación, para detectar las consecuencias repetitivas y desproporcionadas, Un comportamiento es desproporcionado y repetitivo cuando en un contexto determinado se manifiesta siempre; y, cuando el sentimiento que se genera no se corresponde con el estímulo que lo produce.
Por ejemplo, si un familiar no llega a la hora prevista, pensamos en una desgracia con tal intensidad, que somos incapaces de desarrollar otras tareas con normalidad o, si cada vez que debemos asumir un compromiso nos refugiamos en la autocomplacencia, o la ensoñación y, después nos sentimos culpables o inútiles.
3. En tercer lugar, se puede acudir a sesiones de formación especializadas en crecimiento personal o solicitar la ayuda de un terapeuta. La idea de corregir un comportamiento que no nos gusta es muy familiar y casi todo el mundo que aspira a ser feliz la practica: habitualmente tres o cuatro malos funcionamientos predominan sobre el resto de la personalidad, que puede considerarse normal.
Existen dos circunstancias en las que el intento individual de reeducación no es productivo:
a) Cuando no aceptamos nuestros sentimientos
b) Cuando no somos capaces de expresárselos a los demás.
En el primer caso lo que hacemos es negar el dolor que nos puede producir la aceptación de un sentimiento propio, pero claramente antisocial. Por ejemplo, desear ser como otra persona o tener lo que la otra persona tiene es un sentimiento muy común, que en el fondo está ocultando una resignación propia. La crítica destructiva es un comportamiento que frecuentemente oculta un sentimiento de malicia- desear el mal ajeno-; sin embargo, cuando alguien nos lo hace ver solemos negarlo, incluso con afirmaciones contrarias que además creemos firmemente.
En el segundo caso, lo que nos impide expresar nuestras emociones a los demás, es la posibilidad de fracasar en la interacción social. Para evitar o minimizar ese riesgo, adjetivamos las situaciones o las personas con las que nos relacionamos, mediante un ejercicio de simplificación que se produce en torno a un valor concreto.
Por ejemplo si alguien no nos contesta cuando le hablamos, le juzgamos en negativo en relación con el valor de la cortesía. Sin embargo, en función del contexto esta valoración puede cambiar: si es un proveedor, lo calificamos de descortés; pero si es un cliente seguramente tenderemos a pensar que está muy ocupado con otros problemas. En definitiva, lo que hacemos es contextualizar las emociones en función de nuestra posición social, con el objetivo de lograr un sentimiento de armonía y bienestar interior desde el que poder desplegar nuestra capacidad relacional.
Las personas, de todas formas necesitamos tener unas pautas claras de comportamiento, pues de lo contrario, caemos en el relativismo incongruente, que nos deja a merced de la " marejada emocional" del momento. Una cosa es modificar nuestro sistema de valores en función de la experiencia que mantenemos con cada área de interacción; y otra bien diferente, identificarse con el entorno hasta el punto de perder la identidad propia.
El desarrolo personal persigue mediante la reeducación equilibrar progresivamente estas dos dimensiones de la personalidad humana:
- El sentimiento
- Los valores morales
Cuando por ejemplo, ( en un trabajo de grupo de tu empresa), nos sumergimos en una dinámica de grupo, los riesgos de fracasar en la interacción desaparecen y el temor a aceptar nuestros sentimientos se minimiza al comprobar que no somos tan distintos unos de otros. Entonces se genera un respeto y una aceptación de gran calidad.
Haciendo un símil marinero, las dinámicas de grupo en el entorno laboral nos permiten tomar conciencia del rumbo que deseamos dar a nuestra vida y nos facultan para elegir las velas más adecuadas en función de los vientos que soplen. La navegación es entonces más armoniosa y también más productiva, aún en medio de grandes tempestades.
Lo interesante de la reeducación (al igual que la sanación) es que cuando alguien deja de hacer algo que no funciona bien en su vida, lo que queda es un vacío que hay que completar con una nueva actitud o actividad. Luego reeducarse no es sólo dejar de hacer algo anómalo, sino también implica hacer algo creativo en su lugar, en suma: la reeducación también implica creatividad
EL CRECIMIENTO EN VALORES
Cualquier progreso personal se produce desde el bienestar, de modo que para crecer interiormente es necesario progresar desde los valores positivos que nos construyen.
Crecer en valores implica averiguar lo positivo que hay en cada uno, aquello que nos singulariza y potenciarse de ello. Para ello es necesario preguntarse y sentir sobre nuestro actuar esencial, lo que realmente sentimos que debemos hacer, para lo que estamos hechos.
También es importante identificar cual es nuestra necesidad principal, algunas de estas serían:
- Confíar en los demás
- Ser autosuficientes para poder establecer relaciones interdependientes con otras personas
- Reforzar los límites propios
- Ser libres
- Ser capaces de sentir emociones positivas y negativas
Para crecer en valores es importante afianzarse en nuestras señas de identidad inequívocas; aquello a lo que nos asimos cuando tenemos baches o problemas.
También es importante plantearse las relaciones a nivel del ser; con quién realmente me siento a gusto a ese nivel; y, diferenciarlas de la amistad, las familiares, las profesionales, las de ayuda y las sociales
Y finalmente, es productivo experimentar la relación con la trascendencia, es decir, admitir que hay realidades más halla de nuestros límites físicos.
- ¿Cual es mi actuar esencial?
- ¿Cuáles son mis señas de identidad inequívocas?
- ¿Cómo funcionan mis relaciones?
- ¿Cuáles son mis necesidades esenciales?
Todas estas preguntas nos ayudan a potenciarnos desde lo POSITIVO
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Realice rompecabezas
Desarrollar crucigramas, sudokus o rompecabezas son actividades que estimulan la mente y mejoran la memoria, la capacidad de resolver problemas y la concentración. Si no es un experto en el tema, puede iniciar por ejercicios sencillos e ir aumentando el grado de complejidad.
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