PEOR EL REMEDIO..
Jaqueca, mareos, estrés, cervicalgia, píldora anticonceptiva, dolor premenstrual y otros tantos malestares cotidianos nos tienen eufóricas y despreocupadamente dependientes de cien mil pastillas que nos autorecetamos. Sin saberlo, estamos cooperando con uno de nuestros más temidos enemigos: el aumento de peso.
Una aspirina por aquí, un antiinflamatorio por allá, una píldora para dormir y otra para apaciguar unas punzadas en el estómago, pueden a veces modificar nuestro metabolismo por complicados mecanismos, que en muchos casos, son aún desconocido; aunque el más frecuente y estudiado es el de retención de sal, con un aumento paralelo de agua.
Otros medicamentos aumentan la masa muscular. Y un tercer grupo, quizá los más "sibilinos" modifican nuestra conducta frente a la comida y facilitan así los kilos. Los recetados por el médico en casos concretos resultan inevitable, pero hay muchos otros de uso indiscriminado que son los más peligrosos. Ente estos se pueden destacar los tranquilizantes.
Si se está sometido al agobio del trabajo cotidiano, a los innumerables problemas de la vida moderna, es casi seguro que se sufra de ansiedad, a menudo acompañada de insomnio. La forma más fácil de paliar los desagradables síntomas de esta sensación- inquietud, palpitaciones, alteraciones digestivas, mareos,etc,- es echar mano de algún tranquilizante que, generalmente, te deja algo aplanada. En esta situación, es lógico que disminuya la actividad e incluso, en cierto modo, la voluntad de "pelea" con lo cual se puede frenar la cotidiana lucha contra el aumento de peso.
Se ha dicho que tratamientos más potentes para alteraciones psíquicas, como los llamados neurolépticos y antidepresivos, pueden facilitar el aumento de peso, pero hay que señalar que esas mismas alteraciones, a través de la inducción, la inhibición y el sedentarismo te hace engordar.
Los anticonceptivos orales son consumidos de forma generalizada y también pueden provocar aumento de peso. Están compuestos por pequeñas cantidades de estrógenos y progesterona. Los estrógenos son hormonas segregadas por los ovarios, responsable de numerosas características corporales femeninas. Estos estrógenos son los posibles del posible efecto "engordador" de los anticonceptivos por un mecanismo no bien aclarado. Respecto a su utilización n la menopausia, se debe aclarar que aunque permiten conservar una cierta "juventud" biológica, no están libres de efectos indeseables, aunque sean muy infrecuentes. La menopausia puede conducir a un aumento de algunos kilos, pero más que por los cambios hormonales, por la variación en la conducta, que, en general, tiende a hacerse más sedentaria.
Otras hormonas que pueden engordar son los andrógenos, utilizados como anabolizantes o energizantes (con lo que se "dopan"algunos atletas para rendir más). Los andrógenos, hormonas "masculinizantes" aumentan la masa muscular y hacen que se retenga sal y agua, lo que produce la gordura.
Otros productos relacionados con las hormonas, llamados corticoides, son también facilitadores de gordura cuando se dan durante largo tiempo. Aunque los corticoides sólo se deben utilizar en enfermedades concretas, son recetados ampliamente, en particular de casos de dolor de tipo reumático, y forman parte en numeroso medicamentos de uso frecuente. Insistir en que los corticoides sólo engordan en los tratamientos crónicos y que esa tendencia a la obesidad se puede combatir con un régimen bajo en calorías.
Existe otra serie de medicamentos que pueden facilitar el aumento de peso, pero son recetadas con menor frecuencia. La fenilbutazona y similares, usados como potentes antirreumáticos retienen agua y sal, con aumento de peso. Ciertos medicamentos contra la hipertensión como la metildopa o la guanetidina, también pueden retener agua y sal. El clorfibrato, medicamento utilizado para bajar el colesterol, puede estimular el apetito. Un medicamento para la jaqueca, el pizotifeno, también favorece el aumento de peso.
Por último, las medicinas que se toman precisamente con el fín de aumentar de peso o aumentar el apetito, la mayor parte de las veces lo consiguen en base al efecto "psicológico o placebo", aunque algunas como la ciproheptamina o el pizotifeno, tienen un cierto efecto metabólico, actuando sobre ciertas sustancias del cerebro como la serotonina que ayuda a ganar peso.
Las vitaminas, para abrir el apetito de los niños que no quieren llenarse de adipocitos (células grasa) no engordan ni un miligramo.
Hay una conclusión que no se refiere sólo a las medicinas que engordan: cuantas menos pastillas mejor. Pero esto debe conciliarse con un consejo razonable: no hay por qué sufrir estoicamente males que se pueden aliviar con un tratamiento médico adecuado. Si notamos. al iniciar el tratamiento, un aumento anornal de peso (no hemos aumentado la ingesta de sólidos o líquidos que engordan, no hemos dejado de dedicar nuestro tiempo al ejercicio o cualquier otro cambio de hábito), bastará con tomar las medidas para contrarrestar su efecto, bien reduciendo el consumo de calorías (con supervisión médica), haciendo más ejercicio; esto se valora con el médico para, en cualquier caso cambiar de medicamento a uno más inofensivo.
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