SABER CONCENTRARSE: ESTRATEGIAS CONTRA LA DISTRACCION
Más de la mitad de los fallos tontos que cometemos, de los engaños que sufrimos, de los conflictos de intereses en los que nos encontramos inmersos y de los desarreglos que se producen en una convivencia continuada tienen su
causa en un problema de concentración que nos impide escuchar lo que realmente están diciendo, entender lo que leemos o contar con el suficiente espacio mental para elaborar un pensamiento o para dar una respuesta adecuada.
Aprender a concentrarse es una disciplina de obligado cumplimiento si queremos mermar el impacto de un envejecimiento cerebral prematuro. Pero, además, comporta otros beneficios como que nos permite resultar eficaces en la gestión de tareas personales y profesionales, disfrutar de un ocio saludable y conseguir una mayor estabilidad emocional.
Lo que comienza con una ocasional falta de capacidad para concluir una tarea se convierte en una pausa irritante, los olvidos se repiten, los estímulos externos se agolpan en muestro cerebro e impiden que nuestra mente formule ideas con rapidez y que las emociones ocupen el lugar que le corresponden
De esta manera, aunque contemos con la información más completa que se pueda tener sobre cualquier asunto, de poco nos sirve si no somos capaces de elaborarla, de fundamentar de forma apropiada una decisión, de elegir con el convencimiento de haber realizado un análisis profundo de los hechos, de darle al tiempo y el espacio precisos y pasar página.
La concentración es distinta en cada uno de nosotros porque está relacionada con la arquitectura mental y emocional de cada persona. Las técnicas apropiadas para estimularla se basan en la estimulación cognitiva y deben tener en cuenta lo que nos inquieta, las materias sobre las que poseemos mayor destreza, el control del tiempo psicológico, o la capacidad de trabajar con las ideas y las emociones, las ideas y las emociones varían de unas personas a otras.
Para aprender una técnica de concentración adecuada a nuestras necesidades debemos escoger una que posea estas características:
1. Estar compuesta por distintas etapas y en alguna de ellas se debe emplear (y enseñar) técnicas de relajación.
2.Implicar un control de la respiración y que sea capaz de establecer pasarelas de comunicación entre cuerpo y mente
3.Favorecer un fortalecimiento de la autoestima, una valoración objetiva del entorno e incrementar la seguridad y la confianza en la propia valía
4. Aumentar la capacidad de análisis de la información
5. Producir una mayor eficacia en la realización de tareas profesionales y personales.
6. Incrementar destrezas en las habilidades que ya se cuenta.
7. Incentivar el deseo de conocer, la curiosidad y la capacidad de implicarse en distintas dinámicas de grupos.
8. Construír una personalidad optimista que permita extraer aprendizaje de los sucesos desfavorables y acumular iniciativas de los éxitos.
9 . Que la concentración no se consiga creando dependencias de elementos o sustancias y que la técnica sea adecuada para la edad física y mental de la persona que la va a emplear
LA SALUD CEREBRAL Y LA ALIMENTACIÓN
Poseemos un verdadero cerebro dentro de nuestras entrañas y su función neuronal es muy parecida a la actividad cerebral de la cabeza; según nuevos estudios hay 100 millones de neuronas en la red del intestino delgado; más que en la médula espinal. Y por increíble que parezca, el 90% de la serotonina corporal, la llamada hormona de la felicidad, se produce aquí.
Las dietas Dukan y otras proteinadas son desequilibradas, porque crean un estrés metabólico y de hambre interno. Las dietas a base de proteínas son regímenes de tiempo corto, no más de un mes, que sirven como motivación. Los médicos aprovechan estas fases activas de las dietas proteínadas (las más duras y exigentes) para educar al paciente. Además despues de seguir una dieta proteinada, cambia el gusto alimentario de la persona: se reduce el consumo de dulces y otros hidratos de carbono, necesitan menos comida para saciarse y valoran más el esfuerzo y los resultados conseguidos.
Una situación de miedo o tensión emocional fuerte puede producir vómitos o diarrea o incluso cortar la digestión; una sensación de soledad o de baja autoestima puede derivar en la falta de apetito y en una digestión pesada y molesta. Aunque es más frecuentes que una falta crónica de felicidad se manifieste con un cuadro de ansiedad y una conducto compulsiva hacia la comida. La forma descontrolada de comer provoca una liberación rápida de hormonas, pero a corto plazo, la digestión se estropea y aparece pesadez e hinchazón.
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