PSICOLOGÍA POSITIVA Y CIENCIA DEL OPTIMISMO/PLACER Y DOLOR
"El firmamento no es menos azul porque las nubes nos lo oculten o los ciegos no lo vean" Proverbio danés
Los profesionales de la medicina y de las ciencias psicológicas no le han prestado mucha atención a los rasgos SALUDABLES de la mente humana; éste fenómeno se explica en parte porque hasta hace bien poco se han ocupado en exclusiva en aliviar los padecimientos que nos afligen a las personas. Otro motivo es que la psicología y la psiquiatría son ciencias relativamente nuevas que, desde su origen estuvieron influenciadas por las distintas corrientes del fatalismo de la Filosofía. Por otra parte, el estudio del funcionamiento del cerebro- donde precisamente se cuecen los pensamientos, las emociones y los comportamientos-siempre ha planteado y aún plantea, un enorme desafío.
Sólo en los últimos veinte años, los científicos se han concentrado en explorar los elementos que contribuyen a la satisfacción de las personas con la vida.
De hecho, la importancia de la investigación de estos saludables aspectos de la mente humana fue reconocida en EEUU en el año 2000, cuando varias facultades de Psicología formalizaron la asignatura de Psicología Positiva.
En cuanto a la Ciencia del Optimismo, estudios recientes demuestran que las personas damos nuestro propio significado a nuestras emociones y al mundo que nos rodea. Nuestros genes, nuestras experiencias y nuestro aprendizaje vital moldea nuestra forma de pensar y comportarnos. Todos además, utilizamos mecanismos psicológicos de defensa con el fin de mantener el equilibrio emocional ante la adversidad.
Estos factores colorean nuestra autobiografía, nuestro estilo de explicar e interpretar los sucesos positivos y negativos que nos afectan en el presente y nuestra perspectiva de futuro. El optimismo, pues, no es un simple rasgo temperamental (hoy soy optimista, mañana no), sino que consiste en un conglomerado de elementos que configuran nuestra forma de percibir la vida.
Desde el amanecer de la humanidad el pensamiento positivo ha impulsado a los seres humanos a ejercer el arte del emparejamiento, a resistir la adversidad y a promover el bien común. Por todo esto, estudiar los ingredientes del "sentir y del pensar" con optimismo es, una inversión rentable; para desarrollar al máximo las posibilidades de vivir sanos y contentos, no solo hay que ganarle la batalla a las enfermedades, sino que también es importante nutrir los hábitos saludables de nuestra naturaleza y robustecer el sistema inmunológico encargado de protegernos de las agresiones físicas y mentales que sufrimos durante nuestro paso por el mundo.
PLACER Y DOLOR
La naturaleza humana se plasma en un cerebro plástico y complejo, que coordina y controla nuestra naturaleza en función de la información que recibe del entorno, orientándose tanto por sus propios sentimientos y preferencias congénitas (heredadas) como por las normas culturales adquiridas.Todos estos factores acotan, pero no prefijan en todos sus detalles, lo que vayamos a hacer.
Siempre queda un margen de maniobra que acabamos de cerrar con nuetras decisiones y deliberaciones. En eso consiste lo que llamamos nuestro "libre albedrío". Nuestros genes que, como hemos visto en el apartado anterior, determinan la construcción de un cerebro plástico, moldeable, que no es rígido, por lo tanto, programado para la libertad. Pero poder elegir y ser libre tiene un precio que es el DOLOR.
Muchos sistemas naturales y artificiales están sometidos a procesos nocivos o a agresiones del entorno, que los dañañ, deterioran o lesionan, aunque solo en algunos animales tiene ese daño un componente o reflejo activo en forma de dolor. Las máquinas nos sufren cuando se estropean, ni las lechugas cuando las cortan, pero los animales sufrimos cuando somos heridos o maltratados. El dolor no se desprende sólo del daño: el dolo existe porque ha sido implementado genético (éste viene con nosotros de nacimiento), porque ha sido programado para existir, porque ha sido seleccionado.
El dolor, cuando es muy intenso, se impone al animal y eclipsa cualquier otro sentimiento. El dolor surgió en el curso de la evolución biológica como una señal de alarma, que nos advierte que los peligros potenciales nos amenazan. El dolor ha sido retenido como medio de evitar el peligro y de restaurar los déficits orgánicos por él producidos. La capacidad de sufrir es ventajosa para la supervivencia y la eficacia biológica. Nosotros, como animales con nuestro cerebro plástico, que nos da opción a elegir como comportarnos, también nos da opción a echar mano de nuestro aprendizaje pasado y es por esto que podemos responder de un modo más eficiente a los retos del entorno cambiante; esta posibilidad de conducta flexible ha sido seleccionada por la evolución.
Esa falta de rigidez en la conducta tiene sus inconvenientes y encierra graves peligros: podríamos lanzarnos en cualquier dirección y hacer cualquier cosa, poniendo en peligro nuestra propia supervivencia y reproducción. Por eso, el cerebro tiene un mecanismo de orientación vital, que sin determinar rígidamente nuestra conducta, nos incentiva a hacer lo que nos conviene y a evitar lo que no perjudica.
Este sistema ha sido implementado en el curso de la evolución: es el sistema del PLACER y el DOLOR; el sistema no es muy perfecto, es un poco chapucero y con efectos laterales lamentables, como todos los productos de la evolución, pero, a pesar de todo, funciona lo suficientemente bien como para que hayamos sobrevivido y no hayamos multiplicado.
El mecanismo del placer y el dolor orienta, pero no obliga. En circunstancias excepcionales, evaluadas individualmente, podemos decidir: sobreponernos al impulso congénito (los genes heredados) y hacer lo que que nos conviene, aunque nos duela. En circunstancias normales, nos basta seguir nuestros impulsos y huír de las experiencias dolorosas. La capacidad de sufrir y gozar es el cauce que nos impide lanzarnos en direcciones letales.
EL DOLOR ES EL PRECIO QUE PAGAMOS POR LA LIBERTAD Y TRATAR QUE EL DOLOR SE MITIGUE, EN VEZ DE DESTRUÍRNOS ES TAMBIÉN PARTE DE LA NATURALEZA HUMANA POR LO TANTO ACEPTAR QUE EN LA VIDA HAY MOMENTOS DE DOLOR Y NO SOLO DE PLACER ES SIGNIFICADO DE MADUREZ EMOCIONAL
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